Ciencia e innovación ante cambio climático, tensiones comerciales y autosuficiencia alimentaria

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Por Comunicaciones LATAM

Ciudad de México, 10 de noviembre.- Frente a un escenario de cambio climático, tensiones comerciales y creciente demanda por la autosuficiencia alimentaria, la ciencia agrícola y la innovación tecnológica se consolidan como motores esenciales para transformar los sistemas agroalimentarios hacia la sostenibilidad.

Invertir en ciencia hoy significa construir resiliencia, competitividad y equidad para el futuro, se observó en el Encuentro Mundial de Innovasión Agri-Tech (World Agri-Tech Innovation Summit), en el que se reunieron más de 300 líderes del sector agroalimentario, entre empresas, inversionistas, investigadores y emprendedores.

Conocedores del tema analizaron cómo la innovación, la inversión y la colaboración pueden fortalecer la seguridad alimentaria y acelerar la transición hacia una agricultura más inteligente y regenerativa.

En un contexto de políticas comerciales en evolución y presión por lograr la seguridad alimentaria nacional, el evento ofreció un espacio excepcional para intercambiar perspectivas, forjar alianzas y explorar las últimas innovaciones en agricultura regenerativa, nutrición y tecnologías poscosecha.

Las conversaciones generaron nuevas ideas y sentaron las bases para colaboraciones que buscan escalar soluciones agrícolas de alto impacto con la velocidad que exige el sistema alimentario global.

INNOVACIÓN CON PROPÓSITO: LA VISIÓN DE CIMMYT

Durante el panel “Resilient Crops: Advances in Breeding for Nutrition and Climate-Smart Agriculture”, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, destacó su papel como catalizador de la ciencia aplicada a la innovación responsable, centrada en el acceso y la pertinencia tecnológica para los productores del Sur Global.

El panel contó con la participación de Jelle Van Loon, director Asociado de Sistemas Agroalimentarios Sostenibles en CIMMYT; Cecilia García Martínez, directora de Investigación y Desarrollo en José Cuervo; Jorge Cobián, director de Abastecimiento de Materias Primas y Agronegocios en Grupo Modelo; y Martin Ruebelt, director Científico en Naturesweet.

Van Loon, subrayó que la resiliencia agrícola no se alcanza únicamente desde la genética o la agronomía, sino mediante una innovación tecnológica orientada a resolver problemas reales y diseñada para ser accesible.

“El desafío no consiste solo en desarrollar nuevas tecnologías, sino en garantizar que sean accesibles, útiles y sostenibles para quienes producen los alimentos. Las instituciones tenemos la responsabilidad de generar acceso a soluciones pertinentes, diseñadas con y para los productores”.

Esta visión se refleja en el trabajo cotidiano de CIMMYT, que integra la ciencia del mejoramiento genético, la agronomía y las herramientas digitales para acercar la investigación al campo y transformar la ciencia en impacto real.

“Gracias a este enfoque, las comunidades agrícolas mejoran su productividad y sostenibilidad, fortalecen su equidad y desarrollan mayor resiliencia y capacidad de adaptación ante la variabilidad climática”.

Los participantes coincidieron en que los desafíos actuales -desde la seguridad alimentaria hasta la sostenibilidad ambiental-, solo se pueden enfrentar mediante la inversión coordinada en ciencia, innovación y colaboración multiactor.

CIMMYT reafirma su compromiso con una ciencia que trasciende los laboratorios y se convierte en acción colectiva, impulsando redes de colaboración que conectan productores, gobiernos, empresas y academia.

Jelle Van Loon, subrayó que la innovación agrícola solo tiene impacto cuando se traduce en acceso real y soluciones útiles para quienes producen los alimentos.

“La innovación solo tiene sentido si contribuye a construir sistemas agroalimentarios más sostenibles, competitivos e inclusivos. Invertir en ciencia agrícola es apostar por un futuro más resiliente y justo”, enfatizó.

Con proyectos que integran uso eficiente del agua y nutrientes, mejoramiento adaptado al clima, bioinnovación, y alianzas público-privadas en América Latina y África, CIMMYT demuestra que la ciencia pública es una herramienta poderosa para transformar la agricultura y reducir las desigualdades tecnológicas.

 

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