Guadalajara, Jal., 18 de octubre.- En los países en desarrollo la fuerza laboral agrícola de las mujeres representa el 40 por ciento, las que de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), desempeñan un papel catalizador hacia el logro de los cambios económicos, ambientales y sociales transformadores necesarios para el desarrollo sostenible.

Al trabajar como agricultoras, asalariadas y emprendedoras, labran la tierra, plantan y cultivan los alimentos que brindan a sus familias y que llegan a las mesas de la población alrededor del mundo.

El Índice Global de Seguridad Alimentaria 2022, señala que entre 113 naciones evaluadas, la puntación media en la métrica “Empoderamiento de las mujeres agricultoras” es de sólo el 28.3 por ciento.

De acuerdo a un estudio realizado por la empresa Corteva, las mujeres rurales se sienten orgullosas de su labor; sin embargo, a diferencia de sus homólogos masculinos, enfrentan mayores desafíos ya que no disponen del mismo acceso a la tierra, falta de acceso a insumos agrícolas, baja remuneración, créditos, entre otros.

Se menciona de reforzar el compromiso de visibilizar a las mujeres en el campo, ya que pese s ser actores clave en la agricultura, a menudo no tienen acceso a los insumos y recursos de producción, y sin estrategia de apoyo, su inclusión, su capacidad de acción, toma de decisiones y su resiliencia, se ven amenazadas aún más por la crisis alimentaria y económica mundial y los devastadores efectos del cambio climático.

De acuerdo con el Índice Global de Seguridad Alimentaria (GFSI) 2022 elaborado por Economist Impact y respaldado por Corteva Agriscience, pocos países tienen la política para apoyar a las mujeres y mejorar su acceso a los insumos.

Los desafíos que siguen enfrentando las mujeres rurales son la equidad de género, diferencia de ingresos, acceso a financiamiento, educación y capacitación.

Para ONU Mujeres, las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor.

Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.

El estudio de Corteva “Mujeres en la Agricultura”, para analizar la vida y preocupaciones de más de 4,000 productoras en 17 países, donde el principal hallazgo fue que nueve de cada 10 mujeres estaban orgullosas del trabajo realizado en el campo.

Pero el orgullo no se traducía necesariamente en felicidad o satisfacción debido a la desigualdad de género. La divergencia involucró salarios más bajos, menos acceso al financiamiento, educación y capacitación con respecto a los hombres.

De hecho, tres de cada 10 mujeres sienten que tardará de 10 a 30 años en que se genere equidad total en el campo. Al respecto, las encuestadas identificaron tres barreras clave para la igualdad de género: salarios más bajos que los hombres, menos acceso al financiamiento y falta de capacitación.

La empresa apoya a más de 8,000 mujeres dedicadas a la agricultura en toda América Latina, capacitándolas en temas de liderazgo, tecnología, innovación y finanzas.

Aún falta camino por recorrer, redoblar esfuerzos para que los programas e iniciativas dirigidas al campo y al desarrollo comunitario tengan perspectiva de género y atiendan las necesidades de las mujeres en el campo. Una mujer rural con liderazgo asegura el progreso de las generaciones futuras. (Redacción MEXICAMPO).