11 febrero, 2025
Maíz.

Ciudad de México, 22 de enero.- Actores del sector agrícola del país, observan que el panorama enfrenta se enfrenta a la coyuntura crítica, marcada por la disminución significativa en la producción, particularmente en el noroeste del país, escasez de agua, fluctuaciones de precios internacionales de los granos, así como notable falta de apoyo público a la producción y rentabilidad.

Hablan que es imperativo implementar políticas públicas coordinadas que respondan a los desafíos actuales, entre los que también se tienen como la creciente presencia y dispersión de plagas y enfermedades y fenómenos ambientales más drásticos, baja fertilidad de suelos, amenazan la rentabilidad de cultivos esenciales y la seguridad alimentaria del país.

Para César Ocaña Romo, director de la consultora NexusAgronegocios, subraya que según previsiones oficiales, una vez que en 2024 se tuvo la reducción de más del 15 por ciento en la producción de maíz blanco con relación al año anterior, lo que regresó a este cultivo a niveles de hace 10 años, que implica una caída significativa en el principal alimento de los mexicanos.

El también ingeniero agrónomo, explica que según expectativas del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), para el 2024 se espera una producción de esta variedad de maíz, de aproximadamente 20,594,000 toneladas, mientras que en 2023, se produjeron 24,346.000 toneladas, lo que representa la caída aproximada de 15.4 por ciento.

Esta caída en la producción de maíz blanco regresa a nuestro país a niveles del 2014, año en el que se cosecharon 20,710,883 toneladas de maíz blanco, asegura Ocaña Romo.

Agrega que para el 2025 se tendrá la reducción de entre el 85 y 90 por ciento en la superficie de siembra de maíz en Sinaloa, lo que representa gran reto, ya que esa entidad es el granero de México con 20 a 25 por ciento de producción anual.

En 2023 la producción nacional fue de fue 24,247,467 toneladas, mientras que en Sinaloa se llegó a 6,591.166 toneladas.

El director de la consultora NexusAgronegocios, alertó que este panorama se complica aún más con el debate sobre el maíz transgénico, exacerbado por la reciente pérdida en el Panel de controversia del T-MEC.

“A pesar de la prohibición del consumo humano directo de maíz genéticamente modificado por su presunto impacto en la salud humana, la política parece concentrarse en la protección simbólica del maíz criollo y la biodiversidad, sin abordar los problemas estructurales que enfrentan los campesinos: pobreza, bajos rendimientos y acceso a mercados rentables”, reclamo histórico de los productores.

Otros grandes retos los representa la producción de trigo para 2025, que registrará una caída de 66 por ciento en la siembra en Sonora, lo que representa gran peligro, ya que es la principal entidad productora con 1,994.573.76 toneladas en 2023, lo que significó el 57.38 por ciento de la producción nacional de ese año.

En términos generales, la producción de trigo en México se prevé que caiga más de 24 por ciento, 3,476.000 toneladas en 2023 a 2,634.000 toneladas en 2024.

Lo anterior se vuelve más complicado porque México, tiene déficit en la producción de trigo harinero, pues su producción sólo satisface el 25 por ciento de los requerimientos nacionales, por lo que importa trigos panificables de Estados Unidos y Canadá, entre otros países.

César Rafael Ocaña, precisa que en conjunto los elementos pintan cuadro complejo para el sector agroalimentario de México hacia 2025, siendo imperativo que las políticas públicas adopten un enfoque más holístico que no solo responda a los desafíos actuales, sino que también anticipe y mitigue futuros problemas.

En el caso específico del estado de Sinaloa, existe “un pastel de desgracias”, y 2025 vendrá a exhibir la serie de negligencias por parte de las administraciones presentes y pasadas para con el sector productivo.

Altagracia González, directora del proyecto Agrícola El Cerro, considera que los desafíos no tienen precedentes, luego de la sequía registrada, con mercados desfavorables y falta de apoyo gubernamental, lo que agrava la crisis en el sector agrícola.

El campo en Sinaloa experimenta situación de crisis prolongada: poca disponibilidad de agua, deterioro del mercado y la carencia de políticas públicas efectivas para la mejora competitiva del campo regional, menguando su rentabilidad.

Expone que en 2025 se vendrá a exhibir el abandono de los gobiernos que nos antecedieron. De los cambios de gobierno, los cambios de colores y partidos, “también exhibe muchas de las deficiencias que tenemos nosotros como productores y las organizaciones que hemos conformado a través del tiempo, y de la resistencia que tenemos de innovar en cuestiones agrícolas”, explica, Altagracia González, productora sinaloense directora del proyecto Agrícola El Cerro.

Habla que los productores tendrán limitada capacidad de riego, “los productores se vieron obligados a producir granos con menor demanda como el frijol, trigo o garbanzo”.

Alerta que no construyeron vías eficaces para que los productores coloquen su cosecha de sorgo o garbanzo en el extranjero, quedando estos a merced de los industriales o revendedores que fijan precios por debajo del valor de mercado.

Y al no tener canales de comercialización por parte de los productores, quedamos en manos de los industriales, o de los mal llamados coyotes.

Menciona que el cultivo de frijol también enfrenta retos, relacionados con el precio, los cambios en el consumo de los mexicanos, derivados de la situación económica que viene reduciendo el poder adquisitivo de las comunidades a lo largo del país.

“Hemos venido dándonos contra la pared porque el frijol que nosotros producimos es un frijol que sale al mercado muy caro, entonces las condiciones económicas del país y de la gente, es que el consumo de más frijol, está limitado”.

“Los costos de producción de los agricultores son muy altos. No tenemos una política de precios que tenga utilidad racionada para los comerciantes e industriales que producen nuestros insumos. Muchos de ellos son de marcas internacionales con costos de venta bastante altos”.

El elevado precio de la semilla de frijol certificada y el amoniaco que utilizamos, también pone en jaque la rentabilidad del cultivo. Y aunque existen otras opciones más económicas, debido a la variabilidad del producto resultante, no hay garantía que asegure su rendimiento.

En este tema hay otras voces más como la de Marcel Morales Ibarra experto en desarrollo agrícola, quien alerta que el programa de Ferilizantes, aún no ha sido evaluado durante sus años de operación, por lo que se desconoce su impacto productivo, económico y ambiental.

El agronónomo manifestó que ojalá la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, establezca políticas públicas que promuevan innovaciones productivas y sustentables disponibles hoy en día para incrementar la producción alimentaria, sin impactar en forma negativa el medio ambiente y que permiten, además, la regeneración de suelos y uso más eficiente del agua, sobre todo frente al reto del cambio climático.

Destaca que diversos sectores productivos han planteado la necesidad de que el Programa de Fertilizantes considere componente medidas agroeocológicas con el empleo de bioinsumos y empezar a dar giro o hacer uso de los fertlizantes químicos.

Reitera Marcel Morales, que “en los casi 20 años que el programa ha operado, no se ha realizado ningún tipo de evaluación de resultados; no sabemos si se incrementó la producción, si mejoró el ingreso de los productores, si se deterioró la calidad de los suelos, etcétera”.

Refiriere que en el Presupuesto de Egresos de la Federación, el programa de fertilizantes con costo de 18.0 mil millones de pesos,  representa diez veces más recursos que el presupuesto destinado al fomento de la agricultura, ganadería y pesca, en su conjunto.

El también director de Biofábrica Siglo XXI asevera que en la actualidad, el fertilizante químico es insumo muy cuestionado, ya que es altamente costoso (compromete a más del 50 por ciento de la estructura de costos del cultivo); es altamente ineficiente, dado que la planta sólo llega a utilizar entre el 20 y 30 del fertilizante aplicado, también es el insumo más contaminante de suelo, agua y atmósfera. (Redacción MEXICAMPO).

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