• De las nidadas protegidas se ha logrado un éxito de eclosión del 85 por ciento, señaló Raquel Briseño Dueñas, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología en Mazatlán
  • En 2016 fueron rescatados mil dos nidos, por lo que es considerado el año más exitoso

 

Ochocientas aletitas se mueven al unísono siguiendo el llamado del mar; la inmensidad de la playa no es obstáculo para los cuatro centímetros que mide cada tortuga golfina recién nacida.

Se trata de 200 crías liberadas el pasado diciembre, que forman parte de las 256 mil 66 que han sido soltadas desde los inicios (en 2012) del Programa de conservación de tortugas marinas y campamento tortuguero, a cargo de Raquel Briseño Dueñas, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, en Mazatlán, Sinaloa.

“Durante estas cinco temporadas se ha logrado un éxito de eclosión del 85 por ciento de las nidadas protegidas”, señaló la universitaria.

En 2016, el Programa de Empleo Temporal de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) se sumó a este esfuerzo e incorporó a vigilantes comunitarios de tres poblados ribereños, con lo que se logró una mayor cobertura de la playa protegida (de 12 a 42 kilómetros), desde la boca del río Baluarte hasta la boca del estero de Teacapán.

En total se rescataron mil dos nidos (632 protegidos por la reserva y 370 por la población), “por lo que lo consideramos el año más exitoso”, recalcó.

El campo tortuguero ha liberado a crías de tres especies que anidan en las playas más sureñas de Sinaloa: 255 mil 845 de golfina, 52 de la tortuga prieta y 169 de la laúd, todas en peligro de extinción.

“El saqueo de huevos, la pesca ilegal de tortugas, a contaminación del mar y playas, y el cambio climático son algunas de las causas del riesgo”, precisó María Fernanda Calderón, responsable de monitoreo del campamento.

Ubicado dentro del desarrollo turístico Playa Espíritu, en el municipio de Escuinapa, el programa de conservación y el campamento tortuguero cumplen la condicionante de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para que el Fondo Nacional de Fomento Turístico (Fonatur) compense y mitigue el impacto ambiental al proteger especies en riesgo que anidan en la línea de costa donde se construye este complejo.

 Monitoreo nocturno

Del primero de julio al 31 de diciembre se llevaron a cabo monitoreos nocturnos (de las 11 de la noche a las 6 de la mañana) para proteger a las hembras y sus nidadas, y evitar su depredación; los huevos son reubicados a una zona protegida de la playa denominada corrales de incubación o viveros, en el campamento tortuguero.

El proceso de extracción, traslado y reubicación de la nidada debe realizarse con cuidado y en el menor tiempo para asegurar el éxito de eclosión. “Una vez fijado el embrión, el exceso de movimiento puede causar que se desprenda y muera”, dijo Briseño Dueñas.

De los 45 a 58 días que dura el proceso de desarrollo embrionario, el vivero es protegido con una malla-sombra que modula la temperatura para evitar la mortalidad: reduce el impacto del cambio climático, que eleva la temperatura de la arena a niveles letales para los embriones.

La semana posterior a la eclosión, las recién nacidas sólo nadan apoyadas de las corrientes marinas, y gracias a una reserva vitelina (el saco vitelino está unido al embrión y le provee nutrientes y oxígeno) sobreviven sin alimento hasta que encuentran en una zona segura para su desarrollo, concluyó.