Fibra dietética, prebióticos, jarabe de alta fructosa y biocombustibles podrían producirse a partir de los residuos de la industria tequilera, que hasta el momento no tienen un uso determinado, afirmaron científicos de la UNAM.

Ciudad de México a 18 de mayo de 2020.-Investigadores de la Facultad de Química (FQ) trabajan para darle uso a los desechos que deja en México la producción anual de cerca de 350 millones de litros de tequila, cuyo proceso utiliza más de un millón de toneladas de agave y en el mismo periodo genera aproximadamente 400 mil toneladas de bagazo y 300 mil toneladas de hojas de la planta.

Carmina Montiel Pacheco, del Departamento de Alimentos y Biotecnología de la FQ, busca enzimas denominadas inulinasas, presentes en microorganismos aislados del bagazo. Tras estudiarlas, pretende obtener fructosa y moléculas conocidas como fructooligosacáridos (FOS).

Además, las hojas contienen alrededor del 20 por ciento (peso seco) de agavina o inulina de agave, un polímero de fructosa ramificado que puede ser utilizado como fibra dietética, explicó la universitaria.

Hasta el momento, los científicos de la UNAM han aislado levaduras, bacterias y hongos provenientes del bagazo de agave y del agave propio. “Estos microorganismos pueden degradar y aprovechar la inulina; contienen enzimas capaces de hidrolizarla (romper), y eso se podría usar para producir prebióticos y favorecer una microbiota sana en los humanos”, dijo Montiel Pacheco

Asimismo, servirían para generar fructosa, que puede ser utilizada para producir jarabe de alta fructosa (endulzantes), biocombustibles y polímeros biodegradables.

En los procesos industriales actuales, la fructosa, que se utiliza en la industria alimenticia (en la elaboración de mieles y refrescos), se obtiene del almidón y una alternativa podría ser mediante el uso de la agavina.

“Extraemos enzimas de los microorganismos, las purificamos, caracterizamos, incluso las modificamos genéticamente para estudiarlas a profundidad y saber, por ejemplo, qué aminoácidos son capaces de reconocer a la inulina, cómo la rompen, cómo la pegan y qué importancia tienen para la producción de estos productos de valor agregado”, indicó la investigadora, que trabaja en torno a microorganismos productores de enzimas (inulinasas), moléculas biológicas que se obtienen a partir de residuos de agave tequilero.

“Los prebióticos que se obtengan a partir de la inulina del agave podrían aplicarse también en el área de alimentos, pues tienen bajo aporte calórico y alto poder edulcorante. Pueden ser el alimento de los probióticos, es decir, de los microorganismos que viven en el intestino grueso o en el colon y, por lo tanto, producir una microbiota sana, ayudar a la absorción de elementos como el calcio y mejorar el sistema inmune en niños”, expuso.

En este proyecto colaboran Eduardo Bárzana, del mismo Departamento de Alimentos y Biotecnología; Ismael Bustos, de la Facultad de Medicina; Javier Plasencia, del Departamento de Bioquímica de la FQ; Julia Sáinz, del Instituto Rocasolano de Madrid, España, además de estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado.