11 octubre, 2024

Por Karla Navarro

Ensenada, Baja California. 18 de junio de 2018 .-Fue en 1986 cuando la presencia de la rata canguro de San Quintín (Dipodomys gravipes) se registró por última vez. En aquel entonces, investigadores documentaron una dramática disminución en las poblaciones de la especie.

El desarrollo agrícola de San Quintín, delegación localizada al sur del municipio de Ensenada, Baja California, representó para la rata canguro la pérdida de su hábitat y la disminución de su densidad poblacional, a tal grado que la especie está catalogada por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) como “probablemente extinta en el medio silvestre” desde 2010.

Sin embargo, especialistas dedicados al desarrollo de la ciencia y la conservación del medio ambiente no se dieron por vencidos y continuaron con la búsqueda del roedor.

La rata canguro de San Quintín llega a medir hasta 30 centímetros y puede pesar más de 100 gramos, su cola es más larga que su cuerpo y le da el equilibrio para saltar, habilidad de la que se deriva su nombre común.

Después de 31 años de su último registro, investigadores del Museo de Historia Natural de San Diego y la asociación civil Terra Peninsular, dedicada a la conservación de ecosistemas en Baja California, redescubrieron la rata canguro de San Quintín.

Trampas y fototrampas

El hallazgo ocurrió en julio de 2017, en la zona conocida como Cañón de Agua Chiquita, donde Sula Vanderplank y Scott Tremor, investigadores del Museo de Historia Natural de San Diego, realizaban un monitoreo de rutina para actualizar el inventario de roedores de la región.

trampas para rata canguro

Madrigueras de la rata canguro de San Quintín. Imagen cortesía de Terra Peninsular.

A partir de entonces, los investigadores prepararon la publicación de un artículo científico para reportar el redescubrimiento de la rata canguro de San Quintín y paralelamente emprendieron la colaboración con especialistas de Terra Peninsular en un proyecto que tuvo como objetivo principal confirmar la presencia de la especie.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, la doctora Sula Vanderplank explicó que como parte de la metodología de la investigación, utilizaron trampas en las que el animal queda atrapado pero sigue vivo; las trampas se instalaban por la tarde y se revisaban al amanecer.

Este método fue combinado con fototrampas que se colocaron a lo largo de campos de cultivo y capturaban imágenes de los roedores.

“Encontramos múltiples poblaciones desde San Telmo hasta Valle Tranquilo, pero es prematuro hablar sobre su estabilidad, no lo sabemos, a veces cuando una especie se recupera puede tener mayor cobertura que cuando la población cayó, pero por ahora no tenemos un análisis de su densidad de población y hay mucho por hacer para conocer su ecología y sobrevivencia”, precisó Vanderplank.

Rango de distribución

Tras el hallazgo en el Cañón de Agua Chiquita, los investigadores continuaron documentando la presencia de la rata canguro de San Quintín en Valle Tranquilo y Monte Ceniza, áreas destinadas voluntariamente a la conservación, gestionadas y administradas por Terra Peninsular.

Jorge Alberto Andrade Sánchez, coordinador de manejo adaptativo en Terra Peninsular y colaborador en la investigación, expuso que históricamente la distribución de la especie ha abarcado desde el poblado de San Telmo, en las latitudes de la Sierra de San Pedro Mártir, hasta las latitudes de la delegación El Rosario.

El rango de distribución previamente descrito fue el punto de partida para la búsqueda del roedor que finalmente fue detectado en las dos reservas de Terra Peninsular: Valle Tranquilo, un área destinada voluntariamente a la conservación, y Monte Ceniza, un área natural protegida (ANP) privada.

No obstante, la presencia de la rata canguro de San Quintín también fue documentada en el arroyo San Rafael de la delegación Punta Colonet, más allá del rango de distribución descrito, lo que sugiere que su zona de hábitat se amplió.

Triunfo para la conservación

De pelaje en cabeza y lomo color café pálido con negro, manchas blancas arriba de los ojos y rayas del mismo color que recorren toda su cola, la rata canguro de San Quintín se alimenta de semillas y grandes cantidades de vegetación frondosa.

Mediciones de ejemplar de la rata canguro de San Quintín. Imagen cortesía de Terra Peninsular.

Aunque algunos ejemplares pueden vivir sin agua toda su vida gracias a la humedad que obtienen de los alimentos, las exigencias de su hábitat implican mantener un ambiente sano, disponibilidad de comida y poco disturbio por la actividad humana.

Para Jorge Andrade, el redescubrimiento de la rata canguro de San Quintín en reservas de Terra Peninsular representa certidumbre para sus acciones de conservación y un incentivo para mantener sus esfuerzos en la zona.

“Las acciones concretas del manejo en los sitios, en las dos reservas, cambian un poco en el sentido de que tenemos que reforzar, ya sabemos que se encuentra la especie ahí y tenemos que reforzar nuestras acciones de manejo y conservación”.

La rata canguro de San Quintín. Imagen cortesía de Terra Peninsular.

Colaboración binacional

El trabajo científico desarrollado por los investigadores de Terra Peninsular y el Museo de Historia Natural de San Diego es resultado de una larga trayectoria de colaboración que data desde hace 10 años.

“El museo tiene una misión binacional y reconoce que las plantas y animales no se detienen por los límites políticos y compartimos una gran biodiversidad entre Baja California, San Diego y el sur de California en general; el museo tiene un interés de largo plazo estudiando toda la región”, afirmó Sula Vanderplank, investigadora asociada del Museo de Historia Natural de San Diego.

Adelantó que tras el redescubrimiento de la rata canguro de San Quintín, esperan desarrollar proyectos específicos para generar conocimiento en torno a la ecología de la especie y obtener datos sobre su población, densidad, sobrevivencia y ciclo reproductivo.

“No sabemos cuánto vive o qué tan rápido crece, notamos que comparte hábitat con muchos otros animales pero no necesariamente sabemos cómo funciona, cuál es la relación que tiene con otras especies, si están compitiendo, hay muchas cosas que no sabemos”, reconoció.

Uno de los objetivos a largo plazo es que los proyectos de investigación generen conocimiento para diseñar e implementar un plan de conservación que tenga por objetivo proteger la especie y evitar con ello su desaparición.(Agencia Informativa Conacyt).

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