Perfiles Políticos

Francisco J. Siller

Se cumplen ocho meses de la primera muerte en México por el Covid-19 y el gobierno sigue dando tumbos en el combate a la pandemia que ya nos deja más de un millón de infectados y el fallecimiento de casi 100,000 mexicanos. Inexplicable que a Andrés Manuel López Obrador y su secretaria Irma Eréndira Sandoval, les venga “como anillo al dedo”.

Como también lo es que el Zar del Covid, Hugo López Gatell se dedique a politizar la enfermedad y llevar “agua a su molino”, para demeritar a su maestro e impulsor, Jorge Alcocer Varela, con la intención de quedarse con la cartera de Salud, pues siente tener todo el apoyo del presidente de la República.

El que el presidente tenga expresiones como la del anillo, no debe sorprender a nadie. Forma parte de su personalidad, lenguaje y su forma de ser, suelta frases y más frases -coloquiales- en su mañanera, sin pensar en el efecto que éstas tendrán entre el pueblo bueno que lo sigue, apoya y adora.

Cuándo hace algunos meses López Obrador dijo que la pandemia le vino como anillo al dedo a la 4T, fue para exhibir a los gobiernos neoliberales que lo antecedieron. Despertó la crítica de todos, incluso de aquellos que lo siguen con fe ciega. No fue correcto usar esa frase.

Hoy la secretaria de la Función Pública, la retoma para atacar a los intereses económicos y privados que se han aprovechado de las contingencias sanitarias para su beneficio. Pareciera que hay un desprecio por la vida de esos 100,000 mexicanos. No es así, simplemente es un pretexto para sacudir la responsabilidad.

Y en eso López Gatell no se queda atrás. Hay que emular, sin mayor disimulo, la actitud del presidente, por descabellada que sea, aunque se aleje de la realidad. Si éste dice que la pandemia ya fue domada, pues que así sea, sobre todo porque se conoce el destino de aquellos que lo contradicen.

El subsecretario de salud y vocero del coronavirus ha demeritado las estadísticas, manejado los números a su antojo, o más bien al antojo presidencial. Lo ha hecho, como lo hizo hace 11 años, cuando la crisis del H1N1 fue marginado tras comprobársele graves deficiencias en las estadísticas de la pandemia de influenza.

La actitud triunfalista del gobierno, está al punto de enfrentar un sonado fracaso, con todo el costo político que ello representa y es que al coronavirus hay que sumarle la crisis que se avecina por la temporada de influenza que pone en riesgo mayor a millones de mexicanos.

Veremos cuantos malabares tendrá que seguir haciendo López Gatell para justificar que López Obrador no use cubrebocas ni protección facial, que siga usando corbata y teniendo reuniones y actos públicos y exponiendo a contraer el virus, con las predecibles consecuencias que ello puede traer.

Cambiando de tema, la presión diplomática del gobierno mexicano sobre el caso del exsecretario dela Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos dio resultado. Ya es “hombre libre”, y así regresó a México, aun cuando quede viva la advertencia de que será investigado y en su caso juzgado de acuerdo a nuestras leyes.

El caso Cienfuegos pone en una encrucijada al gobierno mexicano. Entre el investigar realmente si el militar retirado violó la ley y traicionó su juramento de servir a la patria, o simplemente ignorar las evidencias de la DEA que llevaron a su detención el pasado 15 de octubre en el Aeropuerto de Los Ángeles.

Para el presidente López Obrador es más sencillo perdonar y olvidar y no enfrentarse a la cúpula militar que en algún momento estuvo bajo las órdenes de Salvador Cienfuegos. Seguramente eso ya lo entendió luego de anunciar que haría una limpia en la Secretaría de la Defensa Nacional.

Además, la Fiscalía General de la República y la Unidad de Inteligencia Financiera, primero deberán probar que el exsecretario incurrió en los delitos de narcotráfico, asociación delictuosa y lavado de dinero por los que fue acusado en los Estados Unidos, con base a mensajes enviados a través de una Blackberry.

Por lo pronto la FGR tiene ya en su poder el legajo de 700 cuartillas y otras pruebas documentales proporcionadas por la justicia norteamericana, para que las investigaciones prosigan en México. Entonces veremos si estas prosperan o simplemente aquí les dan el tradicional carpetazo.