Por Aketzalli González

Ciudad de México. 27 de junio 2019.- Formas extrañas y colores brillantes capturaron la atención de Charles Darwin para dedicar un estudio a las adaptaciones de las orquídeas, dos años después de su obra más conocida El origen de las especies (1859).

Estas plantas evocan la exuberancia de los bosques tropicales, incluso el novelista inglés Herbert George Wells asoció algunos estudios de Darwin en el cuento La floración de la extraña orquídea (1894).

Es fascinante encontrar en las obras literarias la extrañeza que causaban las orquídeas, plantas que representan una de las familias botánicas más grandes; mientras que en los países latinoamericanos, más que un accesorio de lujo, tenían un valor cultural, gastronómico y medicinal.

“Su valor cultural y económico en nuestro país pone las orquídeas en una situación complicada de sobreexplotación y tráfico ilegal. México alberga una notable riqueza de orquídeas con un aproximado de mil 300 especies y 170 géneros”, señaló en entrevista la doctora en ciencias Adriana Becerril Montes, presidenta de la Asociación Mexicana de Orquideología, A.C. (AMO).

Una flor tropical

Las orquídeas fueron convertidas en un símbolo del imperio inglés y representaban la riqueza de quien poseía viveros. En el cuento de H. G. Wells, relata la aventura del señor Winter-Wedderburn, cuyo único interés en la vida eran las orquídeas. El imaginario del autor transforma la orquídea en una flor engañosa, capaz de matar a su cuidador.

En la actualidad, la falta de difusión acerca de sus misterios biológicos y evolutivos puede ser un factor en contra de su conservación. Al visualizarlas como plantas exóticas, tienen riesgo de ser importantes joyas en el tráfico ilegal. Sin embargo, las orquídeas pueden encontrarse en rincones de sierras, selvas y bosques.

“Las condiciones climáticas de nuestro país permiten el desarrollo de estas plantas. Eso nos hace únicos en el mundo, ya que estas especies endémicas también llegan a ser difíciles de cultivar, como Laelia speciosa”, explicó el doctor en ciencias Eduardo Alberto Pérez García, miembro de la asociación.

Asimismo, las orquídeas ocupan el tercer lugar a nivel nacional, referente a las familias de plantas con mayor diversidad taxonómica, detrás de la familia Asteraceae y Fabaceae.

En tiempos precolombinos, fueron utilizadas en rituales, medicina tradicional, gastronomía y en ornato.

“La vainilla es una de las orquídeas más famosas y tiene un valor económico y culinario. También tenemos el género Laelia, incluye 11 especies y se encuentra en estado natural únicamente en México y Centroamérica”, explicó Octavio Ubaldo Reyes, secretario de la AMO.

Delicadas y extrañas

Las orquídeas pertenecen a la familia Orchidaceae, con un aproximado de más de 30 mil especies.

Su diseño floral es una estrategia natural para atraer a los polinizadores, siendo el fenómeno que llamó la atención de Darwin, y describió en su obra: Las variadas estrategias por las cuales las orquídeas son fertilizadas por insectos (1877), una segunda edición de un texto anterior.

Tal como la mayoría de sus obras, Darwin recapitula un intercambio epistolar con otros expertos, lo que le permitió complementar y reafirmar sus observaciones con especies de otras partes del mundo.

“Las orquídeas tienen procesos de imitación y adaptación. Algunas poseen néctar, otras simulan poseerlo, y también están las que simulan tener polen. Unas muy curiosas imitan la forma de insectos o nidos de abejas para atraer a sus polinizadores; por último, están las que se fecundan a sí mismas”, explicó la doctora Adriana Becerril.

Desde la biología, las orquídeas son plantas interesantes por su distribución geográfica, sistemas de polinización, atracción de polinizadores y curiosas adaptaciones.

“Una de sus características más notables es que son epífitas, es decir, que crecen sobre árboles sin parasitarlos, por lo que no dañan a su huésped. Sus raíces cumplen con la función de captar el agua de la atmósfera, absorber los nutrimentos y asegurar la sujeción de la planta a la corteza”, señaló Adriana Becerril.

Las más conocidas

“Entre las especies más reconocidas en nuestro país destacan algunos nombres. Un ejemplo es el de la Barkeria melanocaulon. Dicha especie es una de las más reconocidas y es una planta de tipo epífita, distribuida específicamente en Oaxaca”, indicó Eduardo Alberto Pérez García.

Por lo general, esta orquídea suele encontrarse en los bosques, mientras crece en los troncos de los robles. No cuenta con un gran tamaño y tiende a adaptarse de mejor forma a los climas cálidos.

Por otro lado, está Acineta barkeri,  planta epífita con tamaño mediano en comparación con otras especies, mide en promedio 30 centímetros de largo; suele florecer en la temporada de verano, con sus notables tonos amarillos en un color intenso. En su etapa de floración, produce unas 15 a 20 flores; puede encontrarse en Oaxaca y Chiapas, sobre todo en los bosques con una baja temperatura húmeda.

Las amenazas

El estado de las orquídeas mexicanas es crítico, ya que son dependientes de la existencia de los bosques. La modificación y destrucción de la vegetación natural elimina su hábitat.

“Las orquídeas tienen una importancia ecológica en el manejo y reciclaje de nutrientes, pero también tienen un gran valor cultural. En muchos lugares del país son importantes en rituales y algunas tienen propiedades medicinales”, señaló el antropólogo Octavio Ubaldo Reyes.

La doctora Adriana Becerril indicó que las orquídeas son muy atractivas para el ser humano, por lo que es frecuente la excesiva recolección para su comercio en mercados locales e internacionales.

Además de cautivar a poetas, naturalistas y escritores, puede que el triunfo de Darwin en el campo de la orquideología fuera dimensionar sus estructuras y estudiar cada detalle, dando pie a los estudios modernos en sus especies.

Sin embargo, el sendero para su conservación y revalorización representa una meta por alcanzar.

Difundir información científica y actualizada acerca de las orquídeas es una de las tareas primordiales de la Asociación Mexicana de Orquideología. La agrupación se encarga de la difusión de su cultivo, biología y conservación.

A través de exposiciones y publicaciones, los expertos buscan cautivar a la sociedad en la orquideología, pero no con las flores de las orquídeas que, sin duda, son únicas, sino con los detalles no tan visibles que representan su cultivo, biología y misterios evolutivos.

“Al final de la cúspide están las flores, pero esas se marchitan, y otra vez hay que volver a empezar. Lo fascinante de las orquídeas es averiguar su origen, indagar qué tipo de roca habrá que usar para cultivarlas. Es involucrarse más allá, aprender cosas nuevas. Cultivar la orquídea es tan laborioso como cultivar un bonsái. Es un proceso creativo y científico. No todo es consumismo, lo rápido, lo desechable”, concluyó el doctor Eduardo Alberto Pérez García.