25 enero, 2025
Nunca más… un matarife

Aperitivo Nacional

Eduardo González Silva

Ciudad de México, 8 de septiembre.- Hace medio siglo se consumó en Chile, el golpe militar más sanguinario que la historia de la humanidad tenga registro, el mundo entero se estremeció con la noticia.

Meses previos al ataque al Palacio de la Moneda en Santiago, diariamente se daba cuenta del operativo abierto instrumentado por la telefónica estadunidense International Telephone and Telegraph (ITT), para derrocar al gobierno del presidente democráticamente constituido (luego de más de tres intentos para llegar al poder), doctor Salvador Allende Gossens.

Chile se distinguía antes de la despiada dictadura, por tener una tradición democrática sin comparación alguna, a la de todos los países de la América Latina.

La presencia de un presidente socialista incomodó al sector ultraconservador chileno, pero sobre todo al imperio estadunidense.

En Washington, el mandatario estadunidense Richard Milhous Nixon, y su inefable secretario de estado el alemán nacionalizado estadunidense Henry Kissinger (increíblemente galardonado años posteriores, con el premio Nobel de la Paz), consecuentaron los operativos abiertos de la ITT -hoy en día T-Movil-, para derrocar al régimen del doctor Allende.

En su corto periodo de gobierno hasta antes de ser derrocado militarmente, adoptó políticas de gobierno inaceptadas por la clase dominante, y a ésta de unió la Democracia Cristiana, que en conjunto rechazaron la nacionalización de la industria minera.

En el caso de la explotación del cobre en manos en ese entonces de las familias Rockefeller y Rotthschille, con la empresa Anaconda, a las que indemnizó, pero les restó las ganancias que obtenían debido a los bajos impuestos que pagaban.

Promulgó el aumento salarial a los trabajadores, impulso las reformas económica y agraria, estatización de empresas privadas y la intervención estatal en otras. En el orden internacional tuvo franco acercamiento con la Cuba de Fidel Castro, la Unión Soviética y China.

Sus medidas establecidas fueron grandemente acogidas por los chilenos, no así por Estados Unidos, que en Asia con su invasión a Vietnam, veía inexorablemente su derrota. Por ello mismo, era impensable tener un brazo más de playa del “comunismo” en el Cono Sur de América.

Al final el militar más cercano a Allende, encabezó la traición Augusto Pinochet, quien fingía ser su general del ejército. Al medio día de aquél 11 de septiembre 1973, se transmitieron por todo el mundo imágenes a través de la televisión de como el Palacio de la Moneda era bombardeado y envuelto en llamas.

La última fotografía en vida del doctor Allende es en la que aparece caminando con su inconfundible traje sastre, en compañía de algunos de sus más cercanos colaboradores, tal vez en busca del lugar en el que pudiera estar a salvo.

Se instauró una de las dictaduras más despiadadas contra la población de las que se tenga memoria. Todo ciudadano era sospechoso de formar parte del Movimiento de Unidad Popular que apoyó al presidente Salvador Allende. Las inevitables persecuciones se dieron por todo el país, miles de chilenos fueron detenidos y torturados de los que jamás se supo nada.

El mundo conoció los horrores de que son capaces de emprender las dictaduras militares. Los desalmados actos por el matarife Pinochet, fueron eternamente condenados por la comunidad internacional. En el último tramo del siglo pasado cundió la presencia de la bota militar en Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Paraguay y Uruguay.

América Latina vivió décadas de tragedia, dolor y muerte, la enseñanza que nos queda de esos años de la represión militar, es ni todo el poder, ni todo el dinero a los milicos e insistir en decir: Nunca más…

 

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