TAL CUAL

Luis Carlos Rodríguez González

Porfirio Muñoz Ledo, viejo sabio de la Cuarta Transformación prácticamente se quedó solo con sus criticas al doble discurso, al doble rasero que impulsa el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en materia de migración.

A unos kilómetros del doble muro fronterizo en la centenaria “Tía Juana”, allá donde empieza la patria, el actual presidente de la Cámara de Diputados ni se inmutó en el acto rimbombantemente llamado de la “Unidad en Defensa de la Dignidad de México y en Favor de la Amistad con el Pueblo de los Estados Unidos” y en siete párrafos desnudó el trasfondo de los acuerdos de los gobiernos de Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador en materia migratoria.

«Lo que en mi criterio es inmoral e inaceptable, es el doble racero entre la frontera norte y la del sur. Por una parte, exigimos que nos abran las puertas y, por el otro lado, sellamos el paso de los centroamericanos para hacerle un oscuro favor a los Estados Unidos», dijo quien tal vez es el político más experimentado del país, como embajador, secretario de Estado y varias veces legislador.

De 85 años de edad, lucido, brillante, sin titubeos, lanzó su artillería verbal contra Donald Trump y recordó con episodios de la historia binacional que desde hace 100 años “no teníamos una relación tan accidentada con el gobierno del Estados Unidos».

Frente a la frontera más transitada del mundo y ante gobernadores, invitados y el primer mandatario, expuso “no podemos aceptar que la migración sea una palabra maldita, la migración es un derecho humano que debe ser respetado. Así lo consagran todas nuestras Constituciones, desde la de Morelos y en todos los tratados internacionales”.

Como un balde agua fría, un jalón de orejas del viejo profesor de la UNAM a los noveles y no tan noveles funcionarios de la Cuarta, Muñoz Ledo continuó con su catedra: “Apenas podemos entender que Trump quisiera desarticular nuestras relaciones económicas construidas durante tantos años, mediante aranceles que hubieran tenidos efectos impredecibles en nuestra economía”.

El ex representante de México ante la ONU, remató su discurso: “tampoco podemos aceptar el lenguaje mentiroso que no quiere dialogo sino acciones, lo que significa que no tiene ninguna intención de llegar a acuerdos. Nosotros tenemos la fuerza de la razón y ellos la razón de la fuerza”.

La tarde-noche caía en Tijuana y el viejo sabio se retiraba del templete presidencial, a paso lento pero firme, integro, haciendo patria ahí donde empieza, prácticamente solo, conocedor de la grave problemática que están enfrentando miles de centroamericanos y caribeños en su cruce por México con el doble discurso gubernamental de protección en la labia, pero en los hechos de persecución, detención, separación de familias y deportación. Bien por Porfirio. Tal Cual.