Urge construir una “auténtica Revolución Verde”
El modelo de agricultura intensiva basado en la fertilización química es ineficiente, costoso y tiene un alto impacto ambiental, al degradar el suelo y contribuir a la emisión de gases de efectos invernadero, lo cual afecta la sostenibilidad del planeta y la producción de alimentos.
Seguir por este sendero resulta insostenible, por lo que dicha problemática tiene que ser “urgentemente atendida”, así lo expuso el doctor Marcel Morales Ibarra, director general de Biofábrica Siglo XXI, quien desde hace más de una década promueve el uso de biofertilizantes como un insumo eficaz, de bajo costo, sustentable e, incluso, con efectos sanitarios en el control de hongos como la roya del café.
El experto en temas de desarrollo rural subrayó que no sólo se trata de producir más, sino hacerlo de manera diferente y en forma ecológica, por lo que el reto es construir “la auténtica Revolución Verde” y cambiar el actual modelo de producción agrícola, que resulta devastador del medio ambiente.
Los fertilizantes químicos –explicó en una plática con medios de comunicación– representan entre 40 y 45 por ciento del costo de producción en granos básicos, pero resulta que es el insumo más ineficiente, ya que por cada 100 kilos la planta aprovecha sólo entre 20 y 30 kilos, el resto se desperdicia, sobre todo debido a que su uso ha generado la degradación del suelo y la pérdida de fertilidad de éste.
Además, añade, la urea que es el fertilizante químico más usado por los agricultores tiene un alto costo y tan sólo de 2010 a la fecha pasó de 6 mil 700 pesos por tonelada a alrededor de 12 mil pesos.
Por si fuera poco, anotó, este insumo químico es contaminante tanto en su proceso de producción como de la aplicación, donde afecta suelos, mantos freáticos, ríos o mares y emite óxido nitroso, que resulta ser 400 más potente en su efecto invernadero que el CO2.
El doctor Morales hizo énfasis en que los biofertilizantes ofrecen una alternativa más eficiente, ecológica y menos costosa que los productos químicos.
Al referirse a las ventajas económicas, Morales explicó que con sólo la sustitución del 50 por ciento del químico por biofertilizante, el costo de producción para el productor en este insumo se reduce a la mitad y además se incrementa el rendimiento. “Lo que estamos planteando es hacer un uso más racional de los fertilizantes químicos”.
Efectos vs roya del cafeto
Al referirse a los efectos sanitarios que tienen los biofertilizantes contra la roya del cafeto, anotó que de acuerdo con estudios que realizó la empresa Investigación y Desarrollo Agrícola, la incidencia del hongo sin usar biofertilizantes fue del 72 por ciento contra sólo 28 por ciento con la aplicación de éstos.
Respecto a la severidad, detalló, sin biofertilizantes ésta fue de 45 por ciento y de apenas 15 por ciento con biofertilizantes.
El doctor Morales dijo que incluso en plantaciones totalmente infestadas de roya tiene un efecto curativo y las plantas observan una notable recuperación, lo que se traduce en mejores rendimientos.
Consideró urgente incorporar la biofertilización en la agricultura, mediante un programa nacional de transferencia de tecnología, centros regionales para desarrollar estructura por cultivo, por región y que respondan a problemas específicos.
Expuso que buscan alianzas con organizaciones de productores para extender el uso de biofertilizantes y también esperan que a través de la Sagarpa se pueda impulsar esta tecnología, dados los beneficios que ofrece al productor.
Por último, Marcel Morales subrayó que el modelo actual de agricultura se refleja en que si los costos de la degradación ambiental en promedio para el país –de acuerdo con datos del INEGI– significan 8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), en el caso de la agricultura representan casi 30 por ciento, superando incluso a la minería.
El problema es que el sistema dice: “vamos a socializar costos ambientales y privatizar utilidades; y eso no se vale”.
Los fertilizantes químicos –recalcó– son el insumo más caro, contaminante e ineficiente, por lo que estamos en un sistema de producción sinsentido y hay que cambiarlo.