Volverá a la Casa Blanca aunque se haya doblado
Aperitivo Nacional
Por Eduardo González Silva
Ciudad de México, 25 de octubre.- Insustancial para México abrir apuestas de quién será el presidente 47 de los Estados Unidos, cuando el próximo 5 de noviembre se lleven a cabo las elecciones presidenciales en el vecino país del norte.
Los dos candidatos Kamala Harris y Donald Trump, aplicaron la máxima de “fuera máscaras”, en su oferta de campaña respecto a lo que será su principal acción en cuanto a la relación con México.
La primera, dijo, que no revisará el T-MEC, sino que hará la renegociación completa del mismo, en tanto el segundo, además de cerrar la frontera con México, al siguiente día que tome posesión, aplicará aranceles, principalmente a la exportación de vehículos chinos fabricados en México de 200 por ciento.
Así que para México el panorama es sombrío de quien resulte ganador, pese a que Trump se haya doblado ante Kamala en su negativa a sostener un tercer debate televisivo a nivel nacional con el riesgo de perder las elecciones.
El flujo comercial tan sólo en 2023 entre ambos países, llegó a 559,804 millones de dólares, toda una fortuna, cantidad verdaderamente inimaginable de dólares. Cantidad que da pie a que nuestro país sea el primer socio comercial del imperialismo.
Lugar que podría cambiar drásticamente, con cualquiera de los dos que resulte vencedor, y opta por diversificar esa dependencia comercial, al decidir diversificarla en gran parte hacia Centroamérica con el tan traído nearshoring, estrategia de relocalización industrial, de la que el país ha perdido valioso tiempo y por supuesto el arribo de nuevas inversiones en el último año.
Los capitalistas no han dudado, ya lo han hecho, de ubicar nuevas empresas -aunque en pequeña escala-, estratégicas para abastecer a Norteamérica en Costa Rica, El Salvador, Honduras y Guatemala, y una vez que se han dado las reformas al Poder Judicial y a la Constitución, su justificación lo han ya expresado por igual, es que carecerán de certeza jurídica para instalarse en territorio nacional.
Es entonces que Kamala o Trump, cualquiera de los dos, no tendrá reparo en tener a México como su vecino hasta la eternidad. Al contrario, el riesgo es para los mexicanos todos, la dependencia con los estadunidenses es completa y absoluta.
De allá, llegan por principio de cuenta los granos básicos destinados para nuestra alimentación, junto con los refinados del petróleo como las gasolinas y el gas, las armas para el narcotráfico, bienes de capital, medicinas, know how para las empresas tecnológicas, y cuántos mexicanos más perderán la vida huyendo de la violencia y la falta de oportunidades aquí, en su intento de cruzar la frontera.
No habrá mayor sorpresa para el que gane, las tendencias señalan empate, Trump resultó ganador cuando las encuestas daban como favorita por amplio margen a Hillary Clinton, y se convirtió en el primer desquiciado en llegar como presidente a la Casa Blanca.
El electorado estadunidense a través de los colegios electorales, tal vez, una de las maneras más democráticas para elegir a los representantes populares -puesto que no gana el 50 por ciento más uno y se convierte en mayoría para alcanzar el poder-, con lo que la oposición queda como en otras muchas naciones, atomizada y al margen de la toma de las grandes decisiones nacionales.
Un electorado estadunidense no caracterizado por ser bueno y sabio, sino más bien locuaz, pero eso si a diferencia de lo que sucede con el resto de naciones del concierto internacional, dispuesto a defender la vida de su presidente a costa de la suya misma.





