24 enero, 2025

A la cancha mediocridad y violencia en la Liga MX

A la cancha mediocridad y violencia en la Liga MX

Aperitivo Nacional

Eduardo González Silva

Deporte convertido en México desde hace décadas en próspero negocio para beneficio de un par de familias oligarcas del país, ligadas a la televisión comercial, vuelve al escenario con nuevo escándalo de violencia que supera cualquier guion de las telenovelas, programación y contenidos basura que transmite.

Ayer fue el majestuoso estadio Corregidora de Querétaro, escenario de bochornosos actos de terror, en que incontrolable turba convirtió la tribuna y la cancha en gigantesco ring de boxeo.

Batalla campal, la que se presenció sin que mediaran elementos policiacos para controlar los desatados ánimos de sujetos enfurecidos que soltaban golpes unos contra otros, que al igual corrían de lado a lado del inmueble, muchos ya con el torso desnudo otros sin zapatos en visible estado de embriaguez.

“Para todos los que Quieren y Aman al Futbol“, dijera el extraordinario narrador don Ángel Fernández, vuelve a dar de que hablar, es ni más ni menos señoras y señores que la Liga MX, negociazo particular controlado por las poderosísimas familias Azcárraga y Salinas Pliego, que se han apropiado del futbol y se reparten carretadas de miles de millones de dinero.

El deporte más popular en todo el mundo, en México es una industria que opera a estricto capricho e intereses de quienes lo tienen en sus manos, bajo complacencia de las autoridades sexenales en turno, lo convirtieron en todo un producto mediático, pero además en barato instrumento de control de masas lamentablemente para enajenar a la población.

Sí aquí el futbol es símbolo nacional cuando juegan con los “ratones verdes” a nivel de selección-, como los bautizo don Manuel Seyde autor de la inolvidable columna Temas del Día en el periódico Excélsior.

Símbolo de exacerbado orgullo con la camiseta de cualquier equipo, que ya desbordada la pasión bajo los influjos de la mercadotecnia es motivo suficiente para aliarse a golpes unos contra otros en las gradas o en la cancha, azuzados por estruendosos gritos de goooool, por locutores aztecos y televisos, principalmente.

No, no es la primera vez, que la Liga MX pasa por alto la seguridad de la afición, que en completa inocencia acude a los estadios para la diversión familiar, pero que encuentra que ni dueños del balón ni autoridades les garantizan de su seguridad dentro del inmueble.

Un par de años atrás fue el estadio de los antes llamados Santos de Torreón, que se desató la balacera entre presuntos narcos, jamás se aclaró lo ocurrido, lo que se vio fue a los aficionados asustados cruzar la cancha por el tableteo de las armas para ponerse a salvo, mientras el partido estaba en pleno desarrollo.

En tiempos de Echeverría, cuando el fracaso de los “ratones” apabullados en 1973 por la poderosa selección de Haití en Puerto Príncipe, con lo que México no asistió al mundial de Alemania, que nombró al coleccionista de música de tangos Gustavo Petriccioli (con el correr de los años primer gobernador del Banco de México), como Comisionado de la Federación Mexicana de Futbol, al estilo de las Grandes Ligas, NFL o en la NBA.

Fue tan solo un intento populista de quitar el balón a los jerarcas del futbol mexicano, poner orden en el negocio y elevar su calidad, pero sin objetivo claro, reglamento ni planeación, la decisión se diluyó.

Ya es parte ahora, de la vida nacional la violencia diaria contra las mujeres, los “ajusticiamientos” por cobro de piso o de rencillas entre grupos criminales, los daños colaterales, las desapariciones, secuestros, las familias desplazadas por la inseguridad, en distintas entidades del país, y a estas nos deberemos acostumbrar jornada tras jornada, a la violencia que ya llegó a los estadios futboleros en vivo y en directo.

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