Aperitivo Nacional

Eduardo González Silva

A la invitación del presidente Andrés Manuel López Obrador para que Luiz Inacio “Lula” da Silva, esté de nuevo en nuestro país, quedó la respuesta de que la situación por la que hoy atraviesa Brasil es delicada, con el entorno social polarizado, los tres órdenes de gobierno divididos, las instituciones de gobierno golpeadas y desacreditadas, con una violencia e inseguridad imperante, todo ello, alentado y promovido desde el poder con un discurso de odio y racismo, provenientes del ahora ya presidente saliente Jair Bolsonaro.

Lula da Silva, obtuvo la victoria electoral con pequeño margen de diferencia a su favor, el resultado del balotaje fue sumamente cerrado con casi dos millones de votos para hacer del candidato del Partido del Trabajo, presidente electo de Brasil, que deberá tomar posesión el próximo 1o. de enero.

Con un padrón de alrededor de 120 millones de electores, el próximo mandatario de Brasil por tercera ocasión, deberá enfrentar esta vez a poco más de 58 millones de votantes que apostaron en su contra.

En la frialdad de los números, 58 millones de opositores, representan más del total de ciudadanos mexicanos –de Morena, PAN, PRI, PRD y la chiquillería electoral-, que participaron en las elecciones presidenciales del 2018, de ese tamaño es el gigante país Sudamericano.

Un Lula da Silva, que como estadista solo ha ofrecido un discurso y no ha hablado más en público, ni concedido entrevistas exclusivas, que ha sabido conservar la distancia ante los reflectores de los medios de comunicación, una vez que se presentaron bloqueos en las carreteras por parte de camioneros que no aceptan su derrota, y manifiestan su rechazo al resultado del balotaje, aunado a la actitud del mandatario saliente de no reconocer el triunfo de su adversario electoral.

Al clima de crispación que vive Brasil, Luiz Inacio Lula, convocó a la ciudanía a la fraternidad, desde la ciudad de Sao Paulo, refirió que su país puede encontrar la salida para vivir en armonía. Habló de restablecer el diálogo entre el gobierno, partidos políticos, gobernadores, religiones y la sociedad civil, para que “prevalezca el amor sobre el odio, la verdad venza a la mentira, y la esperanza sea mayor que el miedo”.

“Me quisieron enterar vivo y aquí estoy”, dijo en su primer mensaje, y quien debió pasar 580 días en la cárcel por acusaciones de corrupción, que luego fueron anuladas.

“No existen dos Brasil es un solo país una gran nación, nadie quiere vivir en una familia donde reina la discordia, es momento de la unidad en las familias, establecer lazos, nadie quiere vivir en un país dividido, en permanente estado de guerra, este país necesita de paz y unión, este pueblo ya no quiere más peleas, está cansado de ver al otro como un enemigo y tener miedo de ser destruido… nosotros escogimos la vida”.

Reconoció que su país tiene un inmenso desafío, que es necesario reconstruirlo en la política, la economía, la gestión pública, la armonía institucional, “necesario reconstruir el alma de este país, recuperar la generosidad, la solidaridad, el respeto a las diferencias y el amor al prójimo, regresar la alegría de ser brasileños y el orgullo verde amarillo de nuestro país”.