11 octubre, 2024

Por A. Gilmore/Reversos/The Exodo

“Le sufría uno, bastante, qué carajo”, Don José recuerda. Sentado esperando que el día termine. A sus 89 años, Don José recuerda las tres veces que se fue.

–La “bracereada” empezó por el 48. De ahí para acá empezó a cambiar la gente.

Entre el gobierno de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán muchos mexicanos se convirtieron en mano obrera de Estados Unidos, como Don José, que estuvo más de tres veces como campesino que cobraba un dólar la hora.

–Todos ya murieron. Los contemporáneos que fueron de aquí, ya murieron.

A la Mixteca Baja de Puebla llegó el periódico con la noticia para hacerlos parte del grupo de trabajadores que cruzaría la frontera. Se tenían que ir a la capital a hacer fila.

–Cuando llegaba uno, ya había un “filadero” para que se anotara uno.

Miles de campesinos veían una oportunidad ante el campo mexicano abandonado.

“El primer año que me fui fue en el 57, uno tenía que estar al pendiente y cuando veía uno que ya salía, tomaba el tren y llegaba a México, ahí a la Ciudadela para anotarse, pero luego cambió, llegaron a Puebla”.

“En el periódico El Sol de México, el primer día de enero salía la convocatoria y una vez en lista, tomaba camino”, dice Don José como el coronel de guerra de los Mil días. “Cuando llegaba uno, ya había unas 500 gentes esperando o mil”, dice.

“Tabasco, Veracruz, Puebla, Querétaro, Zacatecas, Durango, así se extendió por el país y nos fuimos. Pero no era así de fácil, entonces salía del pueblo como pudiera y tenía que llegar primero hasta Sonora al centro de contratación”.

Había otro en Monterrey. Los que llegaban a Sonora los mandaban a California y Arizona.

–No te miento, un ferrocarril jalando veinte furgones, lleno de braceros. Ni qué asiento ni comodidad. Te sentabas como te acomodabas. Sufría uno mucho, a veces viajabas ocho o hasta 15 días antes, y le sufrías hasta que saliera la lista donde estabas.

“Uno pasaba a las oficinas gringas. Con la cartilla uno entraba y uno salía de bracero: 3 meses, 2 meses lo más que te contrataban era 6 meses, y la última vez que estuve de 45 días”, dice don José.

“Ya allá, primero estás en el campo de llegada y ahí están recibiendo a la gente.

“Yo era el 45 y nos descargaban, qué carajo. Tenías que saber en qué lista te tocaba y guardar tu cartilla porque ahí te decían”. Don José se rasca la cabeza como para sacar más recuerdos.

–Sufría uno, qué ibas a cargar una maleta para irte. Cuando estabas allá, ahorrabas más lavando que comprando ropa, pero era barata la ropa. Un pantalón “libáis” y tres camisitas menos de 5 dólares, de regreso ya viene uno con tiliches.

“Como el coronel esperó la llegada del trato del gobierno mexicano y estadounidense para recibir el pago que se dio a los braceros, pero muchos no cobraron porque perdieron su carnet y así se fue acabando. Ya nunca nos hablaron, ya no hubo más inscripciones, yo esa vez era el 45”.

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