Por: Eduardo González Silva.

II parte

Aun cuando México cubre con la producción nacional prácticamente la totalidad de la demanda del maíz blanco, el país es deficitario en maíz amarillo, que tiene diversos usos, entre los que destacan: el pecuario, el almidonero y el harinero, para diversos alimentos procesados, como las botanas; por lo cual se tienen requerimientos de importación de 10.5 millones de toneladas para el ciclo 2015-2016.

El Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA) de la Cámara de Diputado, dio a conocer  con base a información del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), en el documento “Evolución de los precios del maíz, sorgo y trigo”, el cual indica que México ha dado un giro en la demanda de maíz.

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Precisa que a nivel global se fortalecerá la demanda de alimentos y su comercio (fundamentalmente importaciones), durante la próxima década en las regiones de África y Medio Oriente, sin embargo, señala que México, destaca en los pronósticos globales de manera importante.

Durante el ciclo 2014-2015, las importaciones de maíz primordialmente de Estados Unidos, fueron equivalentes al 47 por ciento de la producción nacional, porcentaje que se espera sea similar para el ciclo 2015-2016.

El maíz es el principal grano forrajero cosechado en el mundo, en la actualidad parte de la oferta del producto también se dedica a la producción de biocombustibles, principalmente de etanol.

La demanda de maíz determinada por el consumo humano y la producción de biocombustibles, junto con la existencia de inventarios, reflejan sus  precios con el común denominador de la volatilidad en los últimos años.

El mercado del maíz a nivel mundial presenta una situación que muestra una dinámica marcada por un incremento en el consumo de Estados Unidos y China, fundamentalmente, y en el ciclo 2015-2016 se espera que ambos países concentren poco más del 50 por ciento del consumo mundial.

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En la dinámica de las importaciones, las de la Unión Europea (UE), juegan un papel importante, que reflejaron un crecimiento de 162 por ciento entre 2011-2012, porcentaje que se repetirá en el periodo 2015-2016.

La estimación de USDA a septiembre de este año, señala que para el ciclo 2015-2016, la cosecha será de 978 millones de toneladas, de la cuales el 66 por ciento se concentra en tres países, Estados Unidos que contribuye con el 35 por ciento, China con el 23 por ciento, y Brasil con el ocho por ciento.

México contribuye con el dos por ciento de la producción mundial, con lo que se ubica como el séptimo productor global de este grano.

La producción de maíz a nivel mundial por el uso de la biotecnología y la mecanización del agro, en el periodo 2014-2015 fue la más alta de los últimos cinco años, creció 20 por ciento, al pasar de 836 a  mil siete millones de toneladas, y para el ciclo 2015-2016 considera USDA, habrá cosechas elevadas.

En cuanto al consumo mundial, se espera que sea de 985.6 millones de toneladas para el ciclo 2015-2016, de las cuales Estados Unidos será el país con el mayor nivel, concentrando el 31 por ciento, seguido por China con el 22 por ciento, la UE el ocho por ciento, y Brasil con el seis por ciento. México se perfila como el quinto consumidor mundial, con el tres por ciento del total.

La UE será el primer gran importador en el mundo con el 12.5 por ciento, que sustituye a Japón que ocupó el primer sitio con el 11.6 por ciento. México en el ciclo 2014-2015, compró el 8.2 por ciento de la producción mundial, seguido de Corea del Sur con el 7.8 por ciento. Para el periodo 2015-2016, se mantendrá como importante consumidor, en el tercer sitio como importador mundial del grano.

En el país, durante los últimos quince años, se han producido 21.2 millones de toneladas anuales de maíz en promedio, en una extensión aproximada de siete millones de hectáreas, lo que representa casi una tercera parte de la superficie sembrada a nivel nacional, registrando un rendimiento promedio de 2.93 toneladas por hectárea.

Desde el 2000 al 2014, el 48 por ciento de la producción del cultivo se concentró en cuatro estados: Sinaloa con el 18 por ciento, Jalisco con el 14 por ciento, Estado de México con el ocho por ciento, y Chiapas con el siete por ciento.

En el año 2014, el maíz generó el 17 por ciento del valor de la producción agrícola nacional. En México se producen diversas variedades de este cultivo, aunque la más importante es la del maíz blanco. Campo-campesino

El principal proveedor del maíz requerido por México es Estados Unidos, específicamente grano amarillo catalogado en los mercados internacionales como “No. 2”.

En cuanto a los precios del maíz en México y el mundo, señala el análisis, que existen precios regionales influidos por la interacción de la oferta y la demanda, básicamente, y los precios de carácter nacional, vinculados a las cotizaciones de Chicago y los costos denominados como bases, que se refieren a las erogaciones por transporte y manejo a lo largo del periodo de consumo, sin embargo, se menciona que “existe volatilidad en los precios del maíz, reportados por el Chicago Mercantile Exchange”.

A lo anterior, los precios de maíz reportados hasta agosto de 2015 reflejan una tendencia a la baja, alcanzando valores cercanos a los del año 2008, y con la expectativa de que los precios continúen en descenso en lo que resta del año.

El estudio apunta que por los inventarios para el ciclo 2015-2016 que se ubican en 190 millones de toneladas, superiores en 43 por ciento a los que se presentaron en el ciclo 2011-2012, determinará una baja en el costo del producto, situación que se convierte en la falta de incentivo para los productores.

La demanda mundial de maíz, sorgo y trigo, se mantendrá al alza entre 2015 y 2024, la producción crecerá más rápidamente que la población, lo que permitirá un aumento pequeño en el consumo per cápita de los granos,  sobre todo en los países en desarrollo y fortalecerá las ventas de los países exportadores tradicionales.

Se estima que después de 2016, habrá un cambio en la tendencia de los precios de los granos (al alza), seguirá aumentando la producción hasta el año 2024, cuando se espera que vaya a la par con el crecimiento de los rendimientos.