Por Félix Melendez

La ciudad de Tapachula se ha convertido en los últimos años en puerto de transito importante en el camino de migrantes, en un punto de espera sin tiempo definido y en algunos casos en una estación de exilio obligatorio.

Entre la variedad de historias de personas que abandonaron su país por la violencia o en búsqueda de una mejor vida, están también la de los disidentes políticos, personas que desde la defensa de sus ideales, se encontraron perseguidos, coaccionados, intimidados y hasta torturados.

Don Rigoberto Pineda es un señor de 51 años que en su vida hizo y vio de todo. Se vanagloria de ser alguien que ha realizado el trabajo que le propongan, es de esas personas que apenas termino la educación secundaria, pero que la vida privilegió con un sexto sentido para aprender instintivamente.

Cuenta que su padre fue un terrateniente que durante su niñez tuvo negocios con militares hondureños y al crecer él tuvo un taller mecánico que daba mantenimiento exclusivo a miembros del ejército.

En la década del 2000 eso cambió radicalmente cuando una prima suya desapareció y el decidió pedir ayuda a sus amigos del destacamento local para buscarla, pero dicha ayuda nunca llegó, hecho que le lleva a cambiar su opción política, cambiándose por la opción de izquierda, donde se dedicó a organizar grupos de trabajadores para trabajar minería de forma organizada y responsable para que las comunidades fueran autosustentables.

En la vida cambiante de don Rigoberto, la situación cambio en menos de 5 años, cuando en 2009 ocurrió lo que nadie se esperó: Se realiza un golpe de Estado que quita del poder a Manuel “Mel” Zelaya y regresa al oficialismo más recalcitrante al poder del país apoyados por la fuerza armada hondureña.

Ello [lr1] volvió a colocarle en la cuerda floja pues se había vuelto una figura visible en organizaciones populares. Hasta el año pasado se mantuvo trabajando como mecánico eléctrico, pero entró de nuevo en situación de riesgo por trabajar en campaña política apoyando la candidatura de Salvador Nasralla, candidato del partido liberal que pretendía sacar del poder a Juan Orlando Hernández, quien terminó ganando su reelección como presidente, bajo sospechas de fraude electoral y suscitando muchas críticas al proceso tanto a nivel nacional como internacional.

Para don Rigoberto este fue el último gran golpe de todos los que tuvo y aunque él no declina en su opción por los pobres, comenzó a barajar la idea de migrar hacia el norte.

“Yo soy de esos que fuimos convocados a la Caravana original. En el principio pensamos marchar unos 400 perseguidos políticos y activistas populares para dar un golpe mediático, ahora me da chiste porque nadie se acuerda de eso. Lo más lejos que pensamos llegar era a Guatemala, nunca me imaginé que la gente iba a comenzar a unirse en masa”.

Cuando llegaron a la frontera y vio la tensión que había en el puente, decidió pensar en la seguridad de su hijo y solicitó la protección que Migración Mexicana le ofreció.

Ahora se encuentra en Tapachula esperando a la resolución de su papeleo, pero como un viejo zorro, se encuentra desde el pequeño cuarto analizando cual podría ser su siguiente movimiento.

Contra, piloto aviador, migrante y vendedor de donas

Marvin V. es un disidente político nicaragüense que ahora se encuentra sobreviviendo como vendedor de donas en las calles de Tapachula.

El habla abiertamente y sin miramientos sobre su historia. En los años 80’s se decepcionó del gobierno sandinista y decidió unirse a la “Contra” como fueron conocidos los grupos paramilitares insurgentes que intentaron el derrocamiento del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

En la década de los 90’s decide viajar a Estados Unidos y vivió en Raleigh, Carolina del Norte, donde se casó y trabajo como piloto de avioneta. Un buen día se aburrió de la monotonía de la vida en Estados Unidos y hace 10 años atrás, decide regresar a Nicaragua.

“Regresé a la tierra donde nací en Moyogalpa, reencontrándome con mi hermana y un tío. Con el dinero que llevaba ahorrado, decidimos comprar un terrenito para trabajarlo y sacarle jugo. Yo estaba feliz y ya ni me quejaba del gobierno porque me parecía que no lo habían hecho tan mal”.

Pero esa alegría no le duro mucho tiempo. Alguien en su pueblo recordó su pasado de Contra y fue señalado duramente en el pueblo como un infiltrado de los “gringos”, alguien en que no se podía confiar.

En 2015 entraron a su terreno y fue agarrado a patadas por chavalos de la Juventud Sandinista, esto en represalia porque él se negaba a dar confesiones de permiso de construcción en el fallido proyecto del Canal de Nicaragua.

Luego de este incidente decide organizarse en los movimientos campesinos que denunciaron la apropiación de tierras por parte del gobierno sandinista. En este año, se unió en las marchas que se realizaron en la zona de Matagalpa en mayo donde fue acusado de actos de terrorismo junto a líderes campesinos y manifestantes.

Huyó de su país en septiembre del 2018 y llegó casi un mes antes que la caravana, pero su situación migratoria es similar a la de miles de centroamericanos que solicitan protección por violencia estructural o política.

Ahora se le puede encontrar vendiendo donas en las calles de Tapachula. Cerró la conversación con una frase lapidaria:

“Mi lucha no ha terminado aún, no sé cuándo ni cómo, pero los nicaragüenses que estamos afuera, tenemos que organizarnos de alguna forma para recuperar nuestra patria”.

www.movimientomigrantemesoamericano.org