La peligrosa “Refaccionaria de Órganos” llamada México
TAL CUAL
Luis Carlos Rodríguez González
Sin ningún voto en contra, sin ninguna objeción, sin un debate de fondo sobre las diversas y peligrosas implicaciones que tiene una reforma del tal magnitud, sobre todo en estos momentos donde campea la corrupción, violencia e impunidad en el país, se aprobó en el Senado y se aprobará en los próximos días en la Cámara de Diputados, una reforma que convierte a México en la “mayor refaccionaria de órganos humanos en el mundo”.
La reforma a los artículos 320, 321, 322, 324, 325, 326 y 329 de la Ley General de Salud, convierte a millones de mexicanos mayores de 18 años en automático en donadores de sus órganos a menos que expresen lo contrario.
Asimismo la reforma que establece que las personas mayores de edad, en automático, tendrán que donar sus órganos en caso de que se les declare la muerte y estos puedan ser utilizados. En México, de acuerdo a cifras oficiales en el país existen 20 mil 420 personas en lista de espera para la donación de un órgano.
Más allá de la existente necesidad de donadores de órganos en México, lo cual no está a discusión, está reforma tiene implicaciones muy peligrosas para la seguridad de millones de ciudadanos, quienes ahora serán una especie de banco o refaccionaria a la vista de hospitales privados, médicos sin escrúpulos y traficante de órganos nacionales y extranjeros.
Lo cierto es que nadie el Senado reparó que en el país hay más de 100 mil personas que han desaparecido en la última década, que cada día nos enteramos de adolescentes y jóvenes que desaparecen o son “levantados” lo mismo por policías municipales, que por el crimen organizado.
A nadie se le ocurre que una parte de estas desapariciones pueden ser para alimentar el mercado negro de órganos en el país y en el extranjero, sobre todo cuando hay una total discrecionalidad, incluso en instituciones de salud del sector público respecto a las causas de fallecimientos.
Pongamos como ejemplo que una persona, con poder económico, está en espera de la donación de un riñón. A ese hospital, público o privado, llega un joven de escasos recursos que sufrió un accidente vial. Está grave, pero con operaciones puede recuperarse. Los médicos pueden optar por desconectarlo y extraer el órgano deseado y de paso obtener un recurso económico importante.
Parece de ciencia ficción o de película mexicana que expone la corrupción. Lo cierto, es que la reforma si bien busca atender la demanda órganos vía la donación, también puede desatar un mercado negro de órganos para naciones y extranjeros, bajo la premisa de que todos somos donantes potenciales.
Quienes no deseen ser donantes tácitos tendrán que traer consigo, aún cuando vayas a la esquina de tu casa a comprar las tortillas o el periódico, una carta notariada o algún documento que avale que tú no quieres ser parte de esta gran refaccionaria humana en que está por convertirse México. Tal Cual.