Sin Tanto Rollo

Eduardo González Silva

De acuerdo al eslogan del Instituto Nacional Electoral (INE), este verano se llevarán a cabo las “elecciones más grandes en la historia del país”, aunque llegarán las del 2023, cuando se sumen las del Senado, y entonces sí serán las elecciones más grandes en la historia de México.

El voto ciudadano el tesoro más codiciado por quienes deciden vivir de la política, estará una vez más en disputa. La conquista del sufragio debe ser a través de la confrontación y el debate ideológico, reza la máxima.

En México y el mundo eso se fue a la basura sexenios atrás, en lugar de la discusión civilizada se optó por la guerra del lodo, algunos indican que la rivalidad de conquistar el voto comenzó en Estados Unidos, nuestro país no se quedó atrás la perfeccionó.

El pasado condena a candidatos y partidos, con negro historial por detrás, no hay límite en el propósito de asaltar el poder y legitimar su triunfo con el voto ciudadano.

La política electoral la ensuciaron, en el país se llega al colmo de reglamentar las llamadas “precampañas”, algo insólito en cualquier otra nación.

Llegó abril y con él las campañas formales, con gasto de recursos inaudito pese a los recortes del presupuesto al INE. Instancia que hace lo que indica el marco legal, emite la credencial de elector (antes la identificación oficial, para los adultos mayores, ahora es la del INAPAM), promociona el voto, diseña carteles, insacula a los funcionarios de casilla, los capacita, pinta bardas, imprime la papelería y la materia prima –las boletas-, los listados nominales, audita precampañas, campañas, emite mensajes para que voten los mexicanos que viven en el extranjero, como si fuera determinante para el resultado del conteo final.

Mientras, las instancias que le dan vida al INE se frotan las manos, los partidos buscan a los que serán sus candidatos, en sentido contrario la afiliación ciudadanía a los partidos no importa es lo de menos, cuando dichos partidos lograron su registro debieron presentar cierta cantidad de afiliados, trámite salvable, lo importante es aparecer con su logo en la boleta electoral.

Los candidatos también se frotan las manos, “nos chingamos 25 millones”, dijo Alfredo Adame, aspiran a ser representantes populares personajes de la farándula, enmascarados, exfutbolistas, ciudadanos que enfrentan procesos judiciales (candidatos a gobernador en Chihuahua y Guerrero).

La violencia no está exenta, al menos siete candidatos a diputados han sido asesinados, con todo y el operativo de protección que anunció la Secretaría de Seguridad Pública federal.

¿Y las ofertas de campaña?

Más que oferta y promesas, lo que se les ocurre es llamar la atención de la población en edad de votar, llegan hasta en féretros. Hablan de campañas cercanas a la gente, dar patrullas a la colonia que vistan, que pondrán jardines, pintarán la barda de las escuelas, comprarán camiones de basura.

Eso no les corresponde a ellos, no saben que su labor legislativa es atender: la desigualdad social, combatir la pobreza, al narcotráfico, la discriminación racial, la reducción a la concentración de la riqueza, la desertificación del territorio nacional, la violencia contra las mujeres, equivalente a cultura y educación, y reforma fiscal, entre otros pendientes más de la agenda nacional.