Urge FAO reducir impacto de El Niño en Centroamérica
30 de junio de 2016, Roma – Resulta esencial que la comunidad internacional y los gobiernos del Corredor Seco Centroamericano (CSC) actúen de forma urgente para ayudar a reforzar la resiliencia y la seguridad alimentaria, y restaurar los medios de vida dañados por la sequía y otros impactos meteorológicos extremos de El Niño, según afirmaron hoy diversos responsables de las Naciones Unidas.
El devastador evento de El Niño que comenzó en 2015 ha sido uno de los peores registrados hasta la fecha y su impacto se sigue sintiendo en el Corredor Seco, agravando el daño de dos años consecutivos de sequía. Como resultado, unos 3,5 millones de personas necesitan ayuda humanitaria con 1,6 millones en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave en los países más afectados: El Salvador, Guatemala y Honduras.
Para aumentar la concienciación y coordinar las respuestas -tanto a las crisis de larga duración relacionadas con El Niño en el Corredor Seco como ante la posibilidad de un evento de La Niña en la segunda mitad de 2016- diversos organismos la ONU y varios de sus socios se reunieron hoy en la sede en Roma de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El encuentro contó además con la presencia del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), con el objetivo de movilizar a la comunidad internacional a apoyar los esfuerzos colectivos.
El Ministro de Agricultura, Ganadería y Alimentación de Guatemala, Mario Méndez, el Secretario de Agricultura y Ganadería de Honduras, Jacobo Paz Bodden, y el Viceministro de Agricultura y Ganadería de El Salvador, Hugo Flores, participaron a la reunión, que concluyó con una declaración conjunta que hizo hincapié en los desafíos comunes en el Corredor Seco, incluyendo el adaptar los sistemas de producción de la agricultura familiar en pequeña escala al cambio climático; y ampliar los esfuerzos para reducir la pobreza, la desigualdad y la vulnerabilidad socioeconómica y ambiental de la región.
En su discurso de apertura, el Director General de la FAO, José Graziano da Silva señaló que «el desafío al que se enfrenta el Corredor Seco no es solamente el cambio climático: sino también la pobreza extrema y la inseguridad alimentaria y nutricional», advirtiendo que: «tenemos que cambiar la estrategia de la respuesta tradicional y hacer frente a las causas estructurales de la pobreza y la inseguridad alimentaria en el Corredor Seco Centroamericano, y no conformarnos con simplemente montar una respuesta humanitaria cada vez que se produce una situación de emergencia».
«Necesitamos centrarnos en la resiliencia, incluyendo el desarrollo sostenible y la adaptación al cambio climático», añadió el Director General de la FAO.
Igualmente, señaló que la alianza estratégica entre las organizaciones de la ONU con sede en Roma (FAO, FIDA y PMA), así como los esfuerzos de cooperación Sur-Sur serán fundamentales para erradicar el hambre y la pobreza en el CSC sin embargo, la magnitud del desafío requiere el apoyo de toda la comunidad internacional.
El Presidente del FIDA, Kanayo F. Nwanze aseguró a su vez que: «es crucial responder a las necesidades inmediatas de las personas que sufren como consecuencia de El Niño. Pero debemos también reconocer que el cambio climático seguirá agravando estos fenómenos meteorológicos extremos. La única manera de garantizar la seguridad alimentaria futura en la región, es invertir en desarrollo a largo plazo para ayudar a las personas a ser más resilientes ante los impactos, de modo que puedan seguir alimentando a sus familias».
La acción coordinada entre los diferentes organismos y socios para fomentar la resiliencia de las personas vulnerables del Corredor Seco salvará vidas, mientras se trabaja para eliminar la inseguridad alimentaria, dijo por su parte la Directora Ejecutiva del PMA, Ertharin Cousin.
«Juntos, no sólo tenemos que eliminar la pobreza, sino también abordar de forma preventiva el extraordinario nivel de vulnerabilidad social, económica y ambiental que experimentan las personas que viven en el Corredor Seco, todo lo cual contribuye a la inseguridad alimentaria», aseguró Cousin.
«Los datos y la experiencia –añadió- demuestran claramente que los costos de la respuesta de emergencia y rehabilitación después de producirse un desastre superan de forma sustancial el coste de la reducción de riesgos y de las medidas de mitigación tomadas antes de que ocurra ese desastre».
El Niño y La Niña, más frecuentes y más graves
En el Corredor Seco Centroamericano viven unos 10,5 millones de personas, con cerca del 60 por ciento de ellas en situación de pobreza, en una región que se caracteriza por una elevada tasa de deforestación, degradación del suelo y escasez de agua.
Estas condiciones se ven agravadas por El Niño y su contraparte -La Niña- que se producen cíclicamente. Sin embargo, en los últimos años los fenómenos meteorológicos extremos asociados a estos dos eventos -como sequías e inundaciones-, han aumentado en frecuencia y gravedad, debido principalmente a los efectos del cambio climático global,
Inclusión económica y social
La declaración conjunta de la reunión de hoy subraya la necesidad de garantizar la inclusión social y económica de las comunidades vulnerables, mientras se aumentan y diversifican las oportunidades de ingresos, cambios que, a su vez, reducirán los altos niveles de migración. El comunicado subraya también la importancia de impulsar la inversión pública y privada, así como la cooperación técnica y financiera dirigida a programas de iniciativas empresariales y de creación de empleo para mujeres y jóvenes rurales. Aquí se incluiría la mejora de la provisión de agua junto al saneamiento, sanidad, educación, carreteras, electrificación y un mejor acceso al crédito, la tecnología y los mercados.
Trabajar en asociación
La labor de la FAO
En la zona del Corredor Seco de El Salvador, Guatemala y Honduras, la FAO apoya a los pequeños productores y a las comunidades rurales que son altamente vulnerables a los eventos naturales extremos, como sequías recurrentes, exceso de lluvias e inundaciones.
Con el objetivo de reducir el impacto de estos fenómenos climáticos extremos, el trabajo de la FAO en la región consiste en fortalecer la capacidad de gestión del riesgo de desastres de las autoridades nacionales y locales y en crear sistemas de información y alerta temprana. Se promueven las buenas prácticas y tecnologías, por ejemplo, mediante el suministro de semillas de ciclo corto y cultivos resistentes a la sequía, el establecimiento de sistemas de captación de aguas y fondos de contingencia comunitarios y el apoyo a la agrosilvicultura.
Además, el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y la FAO acordaron hoy trabajar conjuntamente para promover inversiones que contribuyan a la reducción de la pobreza rural y a fomentar el desarrollo socioeconómico y la integración de América Central, así como a apoyar y políticas y medidas de adaptación y mitigación del cambio climático de en los países del Corredor Seco.
Las áreas prioritarias incluyen: el Corredor Seco, restauración de la tierra y enfoques integrados del uso de la tierra; y la gestión sostenible de las montañas y los bosques; asociaciones público-privadas y acceso a los mercados. Otras áreas potenciales de colaboración entre el BCIE y la FAO son los enfoques innovadores e integrados en el manejo de los bosques y la tierra.
La labor del FIDA
El FIDA apoya actualmente una amplia gama de proyectos en las áreas del CSC de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, que ayudan a los pequeños campesinos pobres a adaptarse a los impactos del cambio climático y aumentar su resiliencia ante los fenómenos meteorológicos extremos. En El Salvador, por ejemplo, los agricultores aprenden métodos de conservación de los suelos y el agua, así como técnicas de cultivo más adecuadas a las regiones áridas.
Los proyectos apoyados por el FIDA en los países del Corredor Seco comprenden también la construcción de estructuras de captación de agua, la generación de información e investigación actualizada que ayude a prever los riesgos climáticos y la vulnerabilidad, y la ayuda a los agricultores con mejoras básicas en el hogar, como la construcción de estufas de bajo consumo energético y letrinas de bajo caudal de agua. Creyendo que las inversiones en resiliencia a largo plazo pueden reducir el impacto y el costo de los desastres, el FIDA participa activamente en el diálogo sobre políticas con los gobiernos y los responsables de la toma de decisiones en la región.
La labor del PMA
El PMA suministró ayuda a 1 millón de personas cada año en 2014 y 2015 en Guatemala, El Salvador y Honduras, principalmente a través de las transferencias de efectivo. El PMA consideró prioritario asistir a unas 600 000 familias con inseguridad alimentaria grave –según sus previsiones- hasta finales de agosto de 2016, en especial aquellas que esperan sólo una cosecha en lugar de las dos habituales.
El PMA ha apoyado las intervenciones de socorro nacional y los esfuerzos de recuperación de los efectos de la sequía en el Corredor Seco Centroamericano agravados por El Niño, especialmente durante la última parte de 2015. Se proporcionó apoyo inmediato a las poblaciones que sufren inseguridad alimentaria afectadas por la sequía y se facilitó su recuperación a través de la creación de activos y la formación, con el fin de sentar las bases para una transición hacia la resiliencia mediante programas e iniciativas del PMA de desarrollo de capacidad a nivel regional y nacional.
De forma más específica: en las comunidades afectadas por la sequía en Honduras, el PMA está distribuyendo 170 toneladas de Super Cereal Plus, un nutritivo suplemento alimenticio enriquecido con proteínas, vitaminas y minerales, para apoyar a los niños menores de cinco años amenazados de malnutrición. En abril de 2016, se estaba distribuyendo este suplemento a más de 9 200 niños en 44 municipios y cinco departamentos.
En Guatemala, el PMA trabaja con el gobierno para proporcionar ayuda alimentaria condicionada a cambio de la creación de activos para facilitar la planificación de respuestas de emergencia. En esta iniciativa participan pequeños campesinos o trabajadores estacionales sin reservas alimentarias; familias que dependen de la agricultura como principal fuente de ingresos, y las que han sufrido más de un 50-75 por ciento de pérdidas de sus cereales básicos.