Anastasia lleva 17 años siendo productora de nopales en Milpa Alta, tiempo en el cual también ha cuidado, guiado y apoyado los estudios y desarrollo de su única hija, quien está por terminar la carrera de Negocios Internacionales en el Instituto Politécnico Nacional.

En el momento que supo que estaba embarazada, Anastasia, a sus 41 años, dejó su trabajo por decisión propia para poder dedicarse al cuidado de su hija y de sus padres, quienes padecían diversas enfermedades que también requerían de atención especial.

Después de cuatro años, comenzó a dedicarse al cultivo de nopales sin tener amplios conocimientos, únicamente lo que había aprendido al ver a sus papás trabajar en el campo de Milpa Alta y posteriormente asistió a diversos talleres de capacitación, algunos impartidos por la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec), que le han permitido mantener por seis años el certificado de producción libre de pesticidas.

Con la cosecha que obtenía de nopal, recibía un ingreso extra sumado al aporte de su esposo. Parte de la retribución fue para solventar algunos pequeños gastos para los estudios de su hija, quien durante su infancia participó en el ballet de la delegación Milpa Alta de forma gratuita y para lo único que requería dinero era para el vestuario.

En entrevista, Anastasia Guzmán, del Barrio de San Agustín el Alto, comentó que en ese ballet su hija tuvo la oportunidad de viajar cuatro veces a Europa, y sumado a ello la inscribió a clases de inglés y natación para que tuviera actividades extracurriculares.

Ahora, tanto su hija, de 21 años, como su esposo la apoyan para que siga trabajando en el campo, “los fines de semana ellos dos me acompañan a cosechar nopales a la parcela, en San Juan Tepenahuac, porque entre semana él trabaja y ella sigue sus estudios, y yo acudo a trabajar desde las seis de la mañana a la una de la tarde, y en ocasiones regreso por las tardes”.

Mencionó que en su adolescencia le dijeron que a todo lo que se fuera a dedicar lo hiciera lo mejor posible, consejo que hasta la fecha sigue aplicando, pues dice estar contenta con lo que la tierra le deja, tanto que “me apuro a mis actividades en el hogar para ir a trabajar en mis nueve hectáreas de nopal cosechable”.

Anastasia fue participante del concurso “Cocina con elementos tradicionales: Sabores y Raíces de la CDMX”, impulsado por la Sederec, del cual fue ganadora por la elaboración de galletas a base de nopal y amaranto; además del cultivo de esta verdura, cuenta con 17 gallinas y un gallo, de donde obtiene una producción de cinco a seis kilos de huevo, los cuales junto con los nopales los comercializa en un mercado local de la zona.

Rosa Icela Rodríguez, titular de la Sederec, expresó que ejemplo como el de la señora Anastasia hay muchos y por ello el Gobierno de la Ciudad de México, encabezado por el doctor Miguel Ángel Mancera, impulsa políticas públicas que beneficien y reconozcan el trabajo que realizan las mujeres del campo de la #CapitalSocial.

Agregó que desde la Sederec, a través del programa Impulso a la mujer rural, se continuará con el apoyo a los proyectos de mujeres que dedican su tiempo a trabajar las tierras, a fin de hacer valer sus derechos establecidos en la primera Carta Magna de la Ciudad de México.

Indicó que, según datos recientes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en América Latina y el Caribe, entre el 8% y el 30% de las parcelas productivas están a cargo de una mujer, lo que está mostrando cada vez más autonomía económica de las mujeres, seguridad alimentaria y el bienestar de la sociedad.

Comentó que en la zona rural de la CDMX, según cifras del Censo de Población y Vivienda 2010 realizado por INEGI, habitan 843 mil 195 personas, de las cuales el 51% son mujeres y el 49% hombres.

Señaló que en cuanto a productoras de nopal,  la Oficina de Información Estatal de Desarrollo Rural Sustentable (Oiedrus) tiene un registro de 2 mil 724 personas dedicadas a esta actividad, mil 289 son mujeres.