Debilidad y necedad humana frente a la pandemia
Sin tanto rollo
Eduardo González Silva
Recorre con asombro y desventura el mundo, el sexto de los ocho presagios funestos de Motecuhzoma, 10 años antes de la llegada de los españoles a México, de los que hace referencia Miguel León Portilla en su obra Visión de los Vencidos.
“…una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando grandes gritos:
-¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos!
Y a veces decía:
-Hijitos míos, ¿a dónde os llevaré?”.
La actual versión de Cihuacóatl, mujer recolectora de almas de la mitología mexica y antecedente de la célebre “llorona”(citó en su investigación el historiador-), con la pandemia del Coronavirus, ha puesto en evidencia, en plena era digital, cuán débil es el género humano.
Ver para contar como el indómito valor del primer depredador del planeta sucumbe, no por una reacción atómica, como se habría esperado en el siglo pasado con aquella guerra fría, que protagonizaron las “superpotencias” Estados Unidos contra la desaparecida Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas -la antigua Rusia- o viceversa.
Dicen que la guerra armamentista desapareció, se niega y polemiza, que hoy existe una nueva forma de guerrear. Ahora se ataca al contrario, de forma bacteriológica, a través del virus de “diseño” SARS-CoV-2, cuya letalidad de forma despiadada va a atacar el sistema inmunológico de la población más frágil.
En esta nueva versión de guerra aparece, el gigante asiático, la ancestral China que le dio a la humanidad la pólvora, materia prima para que sin piedad el hombre se diera valor, para dar sustento con toda la barbarie, a las corrientes políticas o creencias religiosas supremacistas por antonomasia sobre sus congéneres, y matar además hasta el exterminio a infinidad de especies mayores.
Un gigante asiático que creció con un modelo económico, contrario al capitalismo, al que la crónica del discurso actual le ha dado en llamar neoliberalismo o conservadurismo, y al que se le responsabiliza del SARS-Cov, mutante; mientras que los científicos apuntan a que esto que vivimos es producto de un zoosismo.
Se responsabiliza a China de crear y ser origen de ese maldito virus, que tiene de rodillas a la humanidad, que ronda la muerte de 400 mil seres y una pandemia que ha desnudado a alguien más, a los distintos credos religiosos que por siglos ha profesado la humanidad.
En el colmo cerraron sus puertas las sinagogas, mezquitas, templos católicos, budistas protestantes, sintoístas y demás. La gran mayoría a muerto sin asistencia religiosa y el postrero adiós, la redención y el perdón ahora si a buscar en el más allá, y mientras que la llorona anda por el mundo con la cabellera suelta, para colmo de todo ser humano, su atavismo lo mantiene fuertemente agarrado de la mano. 03 de junio de 2020.