Por Norma Nidia Hernández

De intenso color rojo y textura aterciopelada, la mano de león es una bella flor imprescindible en los altares que se levantan para festejar a nuestros fieles difuntos el 1° y 2 de noviembre. Pero además de ser una planta de ornato, cuenta con muchas propiedades medicinales: sus flores se usan contra la diarrea, la disentería, la fiebre, los dolores de cabeza, las hemorroides, el herpes y las úlceras, y también se utiliza con fines astringentes, depurativos y antibacteriales para tratar enfermedades de la piel.

    Esta planta aterciopelo, cuyo nombre científico es celosia cristata, alcanza una estatura de 40 a 60 centímetros; sus hojas son alternas y simples, y sus flores anchas y muy tupidas. Existen en colores blanco, amarillo y rojo, pero esta última es la preponderante en México. Estas plantas comienzan su floración a partir del mes de septiembre y hasta diciembre.

   En la India, Sudamérica y el este de África se le cultiva con fines alimenticios, y se piensa que es originaria de Asia, aunque actualmente se cultiva en todo el mundo. Otros nombres con los que se conoce a esta planta es borla, cresta de gallo o celosía.

   Según datos de la Secretaría de Desarrollo Rural de Puebla, en México, este estado encabeza la producción de esta flor, que se cultiva en 16 municipios, entre ellos Atlixco, Tianguismanalco, Santa Isabel Cholula o Huaquechula, sobre una superficie de 860 hectáreas, donde se producen unas 296 mil maletas. Con esta actividad se generan 6 mil empleos, entre directos e indirectos.

   La producción de mano de león y cempasúchil ha registrado una caída, porque la demanda ha disminuido, debido a que la  tradición se ha ido perdiendo y ya no se adornan los altares como antes, con arcos de caña forrada de flores de cempasúchil y de borla.