3 noviembre, 2024

TAL CUAL

Luis Carlos Rodríguez González

Hace casi 11 años el entonces líder opositor, Andrés Manuel López Obrador, lamentaba y repudiaba la masacre de 72 migrantes centro y sudamericanos en San Fernando, Tamaulipas, en agosto del 2010, en plena guerra contra las drogas de Felipe Calderón. Exigencias de investigaciones y renuncias inmediatas.

Más de una década después y con dos años del gobierno de la cuarta transformación, con una frontera sur militarizada para “proteger los derechos humanos” de los migrantes, como se afirma, la historia se repite. Ahora fueron al menos 18 guatemaltecos, de los 19 que fueron secuestrados, asesinados y calcinados por sicarios de cárteles que operan en esa zona fronteriza.

De ellos, de acuerdo al Congreso de Guatemala, al menos cuatro eran mujeres, uno un menor de edad y un futbolista profesional de ese país. Todos buscaban el “sueño americano” y ante la militarización del país, el uso de la Guardia Nacional para impedir caravanas donde se protegen entre ellos y el uso de caminos alternos, brechas y zonas inhóspitas, caen en manos de las bandas de secuestradores, traficantes de personas y narcotraficantes.

Silencio total del gobierno de México. Está vez y ante el nuevo San Fernando y casi tres días después de esta masacre ni el presidente López Obrador en su gira por San Luis Potosí previo a su contagio, se pronunció al respecto. Hasta el lunes tampoco lo hicieron los titulares de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ni el canciller Marcelo Ebrard. Mucho menos el Instituto Nacional de Migración.

El vocero del Movimiento Migrante Mesoamericano, Rubén Figueroa lamentó esta “masacre que nos demuestra que toda esa seguridad que existe en la frontera y militarización no es entorno a los migrantes, no es para garantizar la seguridad humana de estas personas. Esta política migratoria del actual gobierno de México obliga a las personas a transitar por zonas más peligrosas, controladas por el crimen organizado o caer en manos de traficantes de personas, de coyotes”.

En este contexto, el Congreso de Guatemala confirmó y lamentó el fallecimiento de al menos 13 migrantes de ese país en Tamaulipas. A través de su cuenta de Twitter, el Presidente del Congreso de la República de Guatemala, Allan Rodríguez, la Junta Directiva y Diputados lamentaron “el trágico fallecimiento de nuestros hermanos migrantes originarios del departamento de San Marcos, hecho ocurrido en territorio del estado de Tamaulipas, México”.

Un poco antes, el diputado distrital por San Marco, Mario Ernesto Gálvez publicó los nombres de al menos 13 guatemaltecos que fueron acribillados y calcinados a bordo de una camioneta en el municipio de Camargo, Tamaulipas el pasado fin de semana.

«Los familiares recibieron el sábado por la tarde noche comunicación de personas involucradas en redes de ‘coyotaje’, es decir tráfico de migrantes, que le informaron que los cuerpos calcinados en Tamaulipas corresponden al grupo de paisanos de San Marcos, Guatemala, que buscaban cruzar hacia Estados Unidos”, dijo Gálvez a medios locales.

Cabe destacar que la zona donde fueron hallados estos migrantes es conocido como la “frontera chica” que es franja de Tamaulipas colindante con Estados Unidos y se compone por las ciudades: Miguel Alemán, Mier, Camargo y Nueva Ciudad Guerrero.

 “Zona clave para cualquier tipo de tráfico ilegal a Estados Unidos, aquí se localiza también la Cuenca de Burgos, la principal veta de gas natural que posee México”, expone el periodista Diego Osorno en su libro La guerra de los zetas.

Asimismo es territorio para el trasiego de drogas y tráfico de migrantes, todo ello en medio de la guerra de cárteles y sicarios el del Golfo, del Noreste y la Nueva Escuela Zetas.

“En el país ya no hay masacres, se respetan los derechos humanos” se ha cansado de repetir el presidente López Obrador. ¿Entonces lo ocurrido en Camargo no es una masacre por tratarse de migrantes? ¿Hay que seguir responsabilizando a otros gobiernos de la inseguridad? ¿De qué sirven los 27 mil militares y elementos de la Guardia Nacional para contener migrantes, como evidenció Donald Trump hace unos días, sino son capaces de garantizar la vida de los centroamericanos en México? Estamos ante el nuevo San Fernando, ahora de la cuarta transformación. Tal Cual.

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