Las legumbres aliadas de la alimentación y el suelo

Por Fernando Morales Garcilazo (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)
Texcoco, Edomex., 1o. de marzo.- Desde tiempos prehispánicos, el frijol ha sido un pilar de la dieta y la cultura agrícola en México. Sin embargo, en años recientes, el país ha experimentado aumento en las importaciones de la leguminosa, alcanzando en 2023 un volumen histórico de aproximadamente 313,000 toneladas (INEGI, 2023).
El crecimiento de las importaciones se debe, entre otros factores, a las sequías que han propiciado la disminución de la producción en los estados tradicionalmente productores.
Aunque en México el frijol es la leguminosa por excelencia, no es la única que se cultiva. En la actualidad, hay gran diversidad de opciones disponibles para que las familias agricultoras elijan de acuerdo con sus necesidades y preferencias.
Estas opciones incluyen cultivos como el frijol mungo (Vigna radiata), dólicos (Dolichos lablab), gandules (Cajanus cajan), y cacahuates.
La inclusión de leguminosas en los sistemas de producción representa además estrategia clave para fortalecer la seguridad alimentaria y mejorar la salud del suelo.
Investigaciones desarrolladas en las plataformas que impulsa el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), y sus colaboradores han demostrado que el uso de estas especies contribuye significativamente a la fertilidad del suelo, reduciendo la necesidad de fertilizantes sintéticos, y por lo tanto, los costos de producción.
Las leguminosas tienen características agronómicas excepcionales: en simbiosis con bacterias del género Rhizobium, pueden fijar nitrógeno atmosférico y convertirlo en una forma utilizable por las plantas.
Este proceso reduce la dependencia de fertilizantes nitrogenados, cuyo uso excesivo puede degradar los suelos y generar impactos ambientales negativos. Además, la rotación y asociación de cultivos con leguminosas mejora la calidad del suelo, la disponibilidad de nutrientes, y ayuda a controlar plagas de manera natural.
A través de la red de plataformas de investigación del CIMMYT, y sus colaboradores que están estratégicamente distribuidas en gran parte del territorio nacional, cada ciclo productivo se suma evidencia de la ventaja de incorporar las leguminosas a los sistemas productivos.
En la plataforma de Tlaltizapán, Morelos, durante el ciclo primavera-verano 2023, por ejemplo, la combinación de camas permanentes, rotación con leguminosas (dólicos) y el mantenimiento del 100 por ciento de los residuos del cultivo permitió mayores rendimientos, efecto que se ha observado especialmente en condiciones de sequía prolongada.
En la plataforma de San Miguel Tlacamama, en Oaxaca y en el mismo ciclo productivo, la cobertura proporcionada por las leguminosas (en sistemas asociados de maíz-frijol), ayudó a reducir costos en el control de arvenses, beneficiando a los agricultores con ahorro significativo.
Por su parte, en Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha reportado beneficios consistentes, por lo que esta tecnología ahora forma parte del Menú de tecnologías validadas maíz y frijol en Chiapas, que recientemente publicó el CIMMYT.
En este documento se señala que en la plataforma de Comitán (ciclo primavera-verano 2022), las asociaciones maíz-canavalia y maíz-dólicos mejoraron significativamente la biomasa y la producción de grano de maíz.
Estos resultados son relevantes considerando que en esta región de Chiapas el rendimiento promedio de maíz es muy bajo (de apenas 1.5 toneladas por hectárea), debido sobre todo, a la pérdida de materia orgánica.
De igual manera, en la plataforma de Ocosingo, Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha demostrado ser estrategia efectiva para mejorar la eficiencia en el uso del suelo. La asociación de maíz con frijol mungo, dólicos, gandules y cacahuates ha permitido cosechas adicionales, con el beneficio extra de que las leguminosas ayudan a reducir plagas en el maíz mediante la diversificación funcional (atracción de insectos benéficos y/o como cultivo trampa).
Las legumbres, que son las semillas que se cosechan de las leguminosas, han acompañado al ser humano desde la prehistoria, no solo como alimentos emblemáticos (como el frijol para México o el garbanzo para las culturas mediterráneas), sino como aliadas en la sostenibilidad de los sistemas productivos.
Su capacidad para ayudar a regenerar el suelo, reducir el uso de insumos sintéticos y diversificar las fuentes de ingreso de los agricultores, las convierten en pieza clave para la seguridad alimentaria del futuro.
Hay que recordar que las legumbres, tienen importancia en la nutrición y la agricultura sostenible. En México, donde el frijol es símbolo de identidad y tradición, es fundamental fortalecer la producción de esta y otras leguminosas a través de prácticas agronómicas más sustentables. Con el respaldo de plataformas de investigación es posible. (Redacción MEXICAMPO).