Por Armando Bonilla

 

Orizaba, Veracruz. diciembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).– De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), al cierre de 2014, la población en condiciones de pobreza en México ascendía a 55.3 millones de personas.

Asimismo, en su actualización más reciente de la medición de la pobreza, señala que uno de los sectores más vulnerables es la población rural. En ese contexto, precisa que al concluir el 2014, el porcentaje de población rural en condiciones de pobreza era de 61 por ciento.

Uno de los indicadores donde más se reflejan estos datos es el de acceso a la alimentación. Al respecto, el mismo Coneval señala que el porcentaje de personas que experimentaron carencia por acceso a la alimentación fue de 23.4 por ciento el año referido.

Siendo la población rural el sector con mayores índices de pobreza y pobreza extrema (40.5 y 20.6 por ciento, respectivamente), también significa el sector con más problemas para el acceso a la alimentación. Ante ello, el doctor Julio Díaz José encabeza un proyecto a favor de la seguridad alimentaria en la sierra veracruzana relacionado con la producción, el consumo y el manejo de diferentes especies de quelites en la región de las altas montañas en Veracruz, en particular en la Sierra de Zongolica.

Se trata del trabajo de investigación denominado Recursos bioculturales para la seguridad alimentaria que el investigador lidera desde su posición como docente investigador del Instituto Tecnológico Superior de Zongolica (ITSZ) —que forma parte del Tecnológico Nacional de México (Tecnm)—. La Agencia Informativa Conacyt tuvo la oportunidad de conversar en exclusiva con el investigador al respecto.

Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿En qué consiste su proyecto de investigación?

Julio Díaz José (JDJ): Se trata de un proyecto relacionado con la producción, el consumo y el manejo de diferentes especies de quelites en la región de las altas montañas en Veracruz, en particular en la Sierra de Zongolica.

Este proyecto consiste en recuperar especies de quelites que han dejado de ser consumidas en la región. El proyecto parte de dos conceptos fundamentales que son biodiversidad y cultura y de manera general estos dos conceptos parecen muy lejanos entre ellos; no obstante, han coexistido durante muchos años, pues existe una correlación muy importante entre ambos.

En los últimos años, tanto la biodiversidad como la cultura han sido objeto de múltiples amenazas, ante lo cual se ha acuñado el término de diversidad biocultural, mismo que hace referencia a la conservación de la naturaleza y del medio ambiente, pero también de la cultura como una parte importante en la vida del ser humano.

AIC: ¿Qué es lo que se está haciendo para preservar las especies de quelites y cuál es la relación de ello con la cultura?

JDJ: Partimos de identificar diversas especies y en dicha tarea participan habitantes, principalmente indígenas, de diferentes comunidades de Zongolica. Entre ellos se encuentran alumnos del ITSZ, ya que la mayoría son de dichas comunidades y hablan náhuatl y ello nos permite un mayor nivel de participación de las propias comunidades.

El primer paso radica en la identificación de las especies, para lo cual hemos realizado recorridos en las diferentes comunidades, preguntando qué consume la gente. Al hacerlo, identificamos que los quelites, especies consideradas arvenses o ruderales, eran consumidos en gran cantidad anteriormente.

Sin embargo, su importancia en la alimentación de las familias ha quedado relegada una vez que el conocimiento se ha perdido con el paso generacional. Ante ello, lo que nosotros estamos buscando es que el conocimiento tradicional, el conocimiento indígena se revalorice entre las comunidades actuales de la región.

AIC: ¿Cuáles han sido los hallazgos más relevantes de la etapa de acercamiento con los pobladores de la región?

JDJ: Uno de los principales hallazgos radica en la identificación de 17 especies de quelites, cifra muy superior a las cinco que nos planteamos estudiar al delinear el proyecto a nivel teórico. Esto representa una alta riqueza para el conocimiento, para la biodiversidad y la cultura.

Encontramos que hay comunidades que conocen ciertas especies de quelites que nosotros desconocíamos, no sabíamos que se consumían, pero cuando platicamos con las personas de las comunidades, sobre todo las de edad avanzada, nos han proporcionado información muy valiosa porque en algunos casos se trata de especies que deben ser rescatadas.

El conocimiento que tiene la población indígena sobre la naturaleza es probablemente el recurso más importante para la conservación.

AIC: Luego de levantar la información e identificar la gran variedad de especies de quelites, ¿cuál es el siguiente paso?

JDJ: El siguiente paso consiste en levantar información sobre las formas de consumo de estas especies que se sumaron a la lista, pero hacerlo a lo largo de las diferentes comunidades de la región. Tenemos que identificar qué tanto se consume una u otra, es decir, las frecuencias y la incidencia de consumo.

Se trata de la recolección de más datos cuantitativos y cualitativos que obtenemos al entrevistar a las personas acerca de cómo preparan los quelites, qué especies son las que consumen más, cuáles menos y, sobre todo, qué importancia tienen para ellos en su alimentación, en sus tradiciones y qué tan importante les resulta dejar esta información a sus hijos. Básicamente el trabajo está encaminado, en esta etapa, a identificar su incidencia como elementos de seguridad alimentaria en la región.

AIC: ¿Cuál es el grado de avance de esta parte de la investigación?

JDJ: Al momento realizamos una prueba inicial, hemos entrevistado a cerca de 150 personas, es decir, la primera etapa del levantamiento sobe el conocimiento indígena, y estamos por comenzar una segunda ronda de entrevistas pero las ampliaremos a las comunidades que no hemos visitado para ratificar los datos que ya tenemos.

Al mismo tiempo, estamos tratando de difundir la información que ya tenemos entre las propias comunidades y con ello pretendemos realizar ensayos para nuestro siguiente paso, que básicamente consiste en la impartición de cursos de educación ambiental.

Ese es el siguiente paso, estamos sistematizando información, imágenes, análisis de datos que nos permitan trazar los cursos para llevarlos, en una primera fase, a las escuelas, ya que son los más jóvenes quienes han perdido el conocimiento tradicional.

Si uno visita las comunidades, se encuentra que hoy día los niños se alimentan principalmente de alimentos con alto contenido de azúcar (refrescos, galletas y muchas harinas en general), lo cual ha repercutido sin duda en la salud de los pueblos indígenas de la región. Al respecto hemos detectado una alta incidencia de problemas relacionados con enfermedades como diabetes y otros males asociados a esta enfermedad.

 AIC: ¿Cuál es la relevancia de recuperar el consumo de quelites ante dicho escenario?

JDJ: Creemos que una de las causas en los problemas de salud de las comunidades indígenas en esta región es precisamente el cambio del patrón alimentario. Parte importante de la dieta de los indígenas antes de la llegada de los españoles eran los quelites.

Cuando llegan los españoles y traen consigo nueva alimentación, la dieta de nuestros antepasados cambia y definitivamente el cuerpo lo resiente.

 AIC: Además del levantamiento de encuestas, ¿qué otras acciones contempla el proyecto?

JDJ: Hemos comenzado también el levantamiento de ejemplares de quelites en la zona, los hemos clasificado. En torno a esta parte del trabajo, uno de los hallazgos más relevantes ha sido que la coexistencia entre diversidad y cultura es hasta cierto punto dependiente.

Al entrevistarnos con las comunidades nos indican que la población de quelites ha ido disminuyendo y esto obedece a que han dejado de consumirlos. Ellos mismos señalan que al no consumirlos, tampoco los preservan. Al perder importancia culinaria (cultura), sencillamente no se cuidan estas especies y, por tanto, algunas empiezan a ser escasas.

Es relevante porque hay que recordar que la biodiversidad y la cultura van de la mano, están relacionadas y muchos de los terrenos, cuando menos en esta zona, están en manos de las comunidades indígenas. 

AIC: ¿Cómo se verá materializado este proyecto?

JDJ: Estamos realizando diferentes materiales, obviamente de acuerdo con nuestro tipo de audiencia. Para la comunidad científica, estamos produciendo artículos; mientras que para las comunidades estamos realizando infografías que les permitan identificar e informar acerca de las especies comestibles.

Asimismo, les estamos generando recetarios tradicionales, es decir, materiales que les permitan visualizar la importancia de mantener estos recursos y cómo es que ellos pueden significar una solución a sus problemas de seguridad alimentaria y de pobreza extrema, material que les acercaremos a través de charlas y talleres. 

AIC: ¿Cuáles son los planes a futuro para este proyecto, cuáles sus siguientes pasos?

JDJ: El proyecto tiene diferentes vías de acción, ya que se trabajan además de quelites, en maíces criollos y silvoentomofagia (líneas alternas que están a cargo de otros investigadores aquí en el tecnológico). En su conjunto, estas líneas de trabajo forman parte de un proyecto mayor que pretende entender la biodiversidad, entender su relación cultural con las comunidades indígenas y aprovechar el conocimiento para dar solución a problemas como la seguridad alimentaria de la región.

Queremos trascender a través de trabajos transdisciplinarios donde lleguemos a todos los actores involucrados presentes en la región para que participen de manera activa en temas de educación, conservación y hasta producción. Lo importante es dejar claro que todos los que nos encontramos en esta región, tenemos diferentes perspectivas y valores acerca de la naturaleza, el agua, el suelo, los alimentos; y esa diversidad hace que estos estudios sean complejos.

Finalmente, quiero decir que esta idea de trabajo surgió a partir de la iniciativa de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), en la que soy becario joven investigador, y junto con otros investigadores de todo el mundo se realiza la evaluación de los servicios ecosistémicos a nivel global, que permita proporcionar herramientas para la toma de decisiones en el tema de biodiversidad y bienestar humano.